Tanto la temporada de huracanes como la falta de combustible han impactado la infraestructura eléctrica de Cuba.
Tanto la temporada de huracanes como la falta de combustible han impactado la infraestructura eléctrica de Cuba.
Los apagones en Cuba durante noviembre y diciembre de 2024 han sido uno de los momentos más críticos en la crisis energética que atraviesa el país. Estos cortes de electricidad, que en muchos casos se han extendido por más de 48 horas, se deben a una combinación de factores, como el envejecimiento de las plantas termoeléctricas, averías frecuentes, escasez de combustible, y el impacto del huracán Rafael, que dañó gravemente infraestructuras clave del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
En noviembre, el huracán Rafael provocó la desconexión total del SEN y obligó al gobierno a establecer subsistemas eléctricos regionales para intentar restablecer el suministro de forma parcial. Sin embargo, las termoeléctricas Antonio Guiteras, Felton y Renté operaron con serias limitaciones debido a averías técnicas y problemas estructurales. Esta situación agravó los cortes en servicios básicos, afectando también las telecomunicaciones y el suministro de agua, y dejando sin electricidad a miles de hogares en toda la isla.
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La frustración de la población se manifestó en protestas en varias provincias, como cacerolazos y manifestaciones en Villa Clara y barrios de La Habana. Estas protestas reflejan un creciente descontento social, mientras el gobierno ha respondido con detenciones y medidas para tratar de calmar la tensión, como eventos culturales en zonas afectadas. Sin embargo, la solución de fondo a la crisis energética sigue siendo esquiva.
Para diciembre, las autoridades implementaron un nuevo decreto de «contingencia eléctrica», que incluye apagones planificados de más de 72 horas en caso de no poder cubrir la demanda energética. Este plan establece medidas estrictas para reducir el consumo, como la restricción del uso de alumbrado público, el apagado de equipos de alto consumo y ajustes en servicios básicos. Estas acciones han generado preocupación sobre su impacto en sectores esenciales y la vida diaria de los cubanos.
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El gobierno justifica estas medidas como necesarias ante una crisis energética sin precedentes, pero las mismas han intensificado el descontento popular. Mientras tanto, la capacidad del SEN sigue siendo limitada, y la falta de soluciones a largo plazo plantea dudas sobre la sostenibilidad del sistema energético de Cuba en el futuro cercano.
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