La destitución de Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha generado un intenso debate político y mediático en Washington.
La destitución de Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha generado un intenso debate político y mediático en Washington.
Waltz, quien asumió el cargo el 20 de enero de 2025 bajo la administración de Donald Trump, fue relevado de sus funciones el 1 de mayo del mismo año tras una serie de controversias que culminaron en el escándalo conocido como «Signalgate».
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El incidente que precipitó su salida fue la filtración accidental de planes militares confidenciales sobre Yemen. Waltz creó un grupo en la aplicación de mensajería encriptada Signal para coordinar ataques contra los rebeldes hutíes, incluyendo a altos funcionarios del gobierno. Sin embargo, por error, añadió al editor en jefe de la revista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, quien posteriormente publicó un artículo revelando detalles sensibles de la operación.
Aunque en un principio el presidente Trump defendió a Waltz, calificando el error como un «fallo menor», la presión aumentó cuando se descubrió que el asesor había mantenido comunicaciones no autorizadas con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sobre posibles acciones militares contra Irán. Estas conversaciones, realizadas sin el conocimiento ni la aprobación de Trump, fueron vistas como una grave transgresión de la cadena de mando.
La oficina de Netanyahu negó haber mantenido «contacto intensivo» con Waltz respecto al programa nuclear iraní, aunque admitió reuniones breves, incluida una en febrero en Blair House y una llamada telefónica que no abordó temas relacionados con Irán.
Además, se descubrió que Waltz utilizaba su cuenta personal de Gmail para recibir comunicaciones gubernamentales y transfería información a Signal, lo que planteó preocupaciones sobre la seguridad de los datos y posibles violaciones de la Ley de Registros Federales.
El uso extensivo de Signal por parte de Waltz y su equipo para discutir asuntos de seguridad nacional, incluyendo temas como Ucrania, China, Gaza y África, fue criticado por expertos que señalaron posibles violaciones de la Ley de Espionaje y la Ley de Registros Federales.
Tras su destitución, Trump sorprendió al nominar a Waltz como embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, una decisión que generó críticas debido a las recientes controversias.
Mientras tanto, el secretario de Estado, Marco Rubio, asumió temporalmente el cargo de asesor de Seguridad Nacional, siendo la primera vez desde Henry Kissinger que un funcionario del gabinete ocupa ambos roles simultáneamente.
La destitución de Waltz también ha expuesto divisiones internas en la administración Trump, con debates sobre la dirección de la política exterior, especialmente en relación con Irán y la gestión de la información confidencial.
El escándalo ha resaltado la importancia de protocolos estrictos en el manejo de información clasificada y la necesidad de una comunicación segura dentro del gobierno.
A pesar de las controversias, Waltz ha mantenido un perfil público activo, defendiendo sus acciones y argumentando que sus decisiones fueron en interés de la seguridad nacional.
La nominación de Waltz como embajador ante la ONU aún debe ser confirmada por el Senado, donde enfrentará un escrutinio detallado sobre su historial reciente.
Este episodio subraya los desafíos que enfrenta la administración Trump en la gestión de su equipo de seguridad nacional y la importancia de la confianza y la transparencia en roles críticos.
La comunidad internacional observa con atención estos desarrollos, dado el impacto potencial en las relaciones exteriores de Estados Unidos y su postura en conflictos globales.
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La destitución de Mike Waltz refleja las complejidades de la política de seguridad nacional y la necesidad de una gestión cuidadosa de la información y las relaciones internacionales.