miércoles, 28 de mayo de 2025

Fallece Sebastião Salgado a los 81 años

Salgado, de origen brasilero es reconocido a nivel mundial por su trabajo de fotografía documental orientada a lo social y lo ambiental.

El pasado 23 de mayo, falleció en París a los 81 años uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX y XXI: Sebastião Salgado. Su muerte deja un vacío en el mundo del fotoperiodismo, la fotografía artística y la denuncia social. Su obra, marcada por un fuerte compromiso humano, trasciende lo visual para convertirse en una crónica de la humanidad.

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Salgado nació en 1944 en Aimorés, una pequeña ciudad del estado de Minas Gerais, Brasil. Aunque es mundialmente reconocido por su trabajo fotográfico, su formación inicial fue como economista, carrera que estudió en la Universidad de São Paulo y más tarde completó con un doctorado en París. Esa carrera lo llevó a trabajar con organismos como la Organización Internacional del Café y el Banco Mundial, lo que le permitió viajar extensamente por África y América Latina.

Fue precisamente durante uno de esos viajes cuando descubrió su pasión por la fotografía, al tomar una cámara prestada de su esposa, Lélia Wanick Salgado, también fotógrafa y arquitecta. A partir de 1973, Salgado dejó su carrera como economista y se entregó de lleno a la imagen, comenzando una trayectoria que lo llevaría a documentar las realidades más crudas y poéticas del planeta.

Su obra inicial se centró en temas sociales, especialmente los conflictos, el hambre, las migraciones y las condiciones laborales de los más desfavorecidos. Su mirada, siempre empática y profundamente humanista, se convirtió en un emblema de la denuncia visual. En 1979 se unió a la prestigiosa agencia Magnum Photos, una de las cooperativas de fotografía más importantes del mundo, donde trabajó por más de una década.

En el año 2001 fue designado Embajador de buena voluntad de UNICEF, reconociendo su labor en defensa de los derechos humanos y de la infancia. Su compromiso no solo era con la imagen, sino también con las causas que documentaba. Este rol fortaleció aún más su vínculo con organizaciones humanitarias y medioambientales.

Entre sus obras más destacadas se encuentran los libros «Sahel: El final del camino», que documenta el hambre en África; «Trabajadores: Arqueología de la edad industrial», una épica visual sobre el trabajo manual en el mundo; y «Migraciones: Humanidad en transición», que recoge el drama de los desplazados por conflictos y pobreza. Más adelante, sus libros «Génesis» y «Terra» marcarían una transición hacia un enfoque ecológico, reflejando la belleza natural del planeta y la lucha de los campesinos sin tierra en Brasil.

Además de su sensibilidad social, Salgado se destacó por su estilo técnico inconfundible, especialmente su magistral uso del blanco y negro. Su fotografía, con altos contrastes, sombras dramáticas y composiciones poéticas, logra transmitir una profundidad emocional pocas veces vista en el fotoperiodismo. Cada imagen suya es una obra cargada de simbolismo, dolor, belleza y reflexión.

En 1994, junto con su esposa Lélia, fundó la agencia Amazonas Images, dedicada exclusivamente a la producción y distribución de su obra. Este espacio no solo le dio independencia artística, sino también le permitió desarrollar proyectos de largo aliento con un enfoque narrativo, estético y político muy personal.

Su vida y obra fueron retratadas en el documental «La sal de la tierra» (2014), dirigido por Wim Wenders y su hijo Juliano Ribeiro Salgado. La película, nominada al Óscar, muestra tanto su trayectoria fotográfica como los dilemas éticos y emocionales que enfrentó al documentar el sufrimiento humano. También retrata su proyecto de reforestación en Brasil, donde logró recuperar más de 600 hectáreas de selva atlántica en su finca familiar.

A partir de 2010, la salud de Salgado empezó a deteriorarse. Durante un viaje a Indonesia contrajo malaria, lo que afectó gravemente su sistema inmunológico. Ese episodio provocó un daño en su médula ósea y eventualmente lo llevó a desarrollar leucemia, enfermedad que lo acompañó durante los últimos años de su vida y que finalmente le costó la vida.

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Salgado deja un legado inmenso, no solo en términos fotográficos, sino también éticos. Su obra nos recuerda que la fotografía puede ser herramienta de denuncia, memoria y transformación social. Su mirada será recordada como una de las más potentes y compasivas del siglo. En tiempos de imágenes efímeras y consumo rápido, su trabajo exige contemplación, empatía y acción.

Redacción Cultural

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