En la ofensiva más fuerte sobre Kiev desde 2022, Rusia atacó la capital ucraniana mientras el presidente Volodímir Zelenski pide más recursos militares.
En la ofensiva más fuerte sobre Kiev desde 2022, Rusia atacó la capital ucraniana mientras el presidente Volodímir Zelenski pide más recursos militares.
La madrugada del 17 de junio marcó una de las ofensivas más intensas contra Kiev desde el inicio de la guerra en 2022, cuando las fuerzas rusas lanzaron una combinación de 440 drones Shahed y 32 misiles hacia la capital, incluyendo Aires balísticos, misiles de crucero y drones kamikaze.
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El ataque se prolongó por casi nueve horas, afectando al menos 27 ubicaciones en Kiev, entre ellas zonas residenciales, infraestructuras críticas y escuelas. En el distrito de Solomianskyi, un edificio de nueve pisos colapsó parcialmente, generando escenas de devastación.
Al menos 15 civiles murieron y más de 114 resultaron heridos en Kiev, entre ellos un ciudadano estadounidense de 62 años, según confirmaron las autoridades locales.
Las autoridades ucranianas declararon el día siguiente como día de luto nacional, mientras equipos de rescate trabajaban contrarreloj bajo riesgo de derrumbes e incendios.
También hubo víctimas en otras ciudades: en Odesa murieron al menos dos personas y 18 resultaron heridas; además se reportaron incendios en Zaporizhzhia, Chernihiv, Zhytomyr, Kirovohrad y Mykolaiv.
El presidente Volodímir Zelenski calificó el golpe como “puro terrorismo” y urgió a la comunidad internacional a tomar medidas decisivas.
El alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, alertó sobre el uso de municiones en racimo, lo cual multiplica el peligro para la población civil, y fue testigo del desplome de apartamentos que dejaron residentes atrapados en la oscuridad.
Las defensas aéreas ucranianas lograron derribar 402 drones y 26 misiles, aunque varios misiles lograron atravesar las cortinas de fuego defensivo y impactaron infraestructura crítica.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU y otros organismos afirmaron que el ataque representa una violación del Derecho Internacional Humanitario, al dirigirse a zonas densamente pobladas.
Analistas calificaron la ofensiva como la tercera mayor combinación de drones y misiles desde el comienzo del conflicto completo en 2022, evidenciando una escalada militar significativa.
Paralelamente, Rusia comunicó que había alcanzado objetivos del complejo militar-industrial ucraniano y que contaba con apoyo indirecto de Irán y Corea del Norte, sin reconocer las altas pérdidas civiles.
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Tras este ataque, la Unión Europea y el Reino Unido anunciaron nuevos paquetes de sanciones contra Rusia, reforzando su presión diplomática y financiera.