253 mil personas asistieron a esta edición de Rock Al Parque que contó con más de 350 músicos y 56 agrupaciones nacionales e internacionales.
253 mil personas asistieron a esta edición de Rock Al Parque que contó con más de 350 músicos y 56 agrupaciones nacionales e internacionales.
La edición número 29 de Rock al Parque, que contó con más de 253 mil asistentes, no solo fue una cita con el rock en todas sus formas, fue, ante todo, un espacio de encuentro intergeneracional, de reafirmación de identidades musicales, de apertura a nuevas voces y de reconocimiento a los procesos locales.
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Durante tres días el Instituto Distrital de las Artes – Idartes llevó al Parque Simón Bolívar a más de 350 músicos y 56 agrupaciones nacionales e internacionales, representantes de diferentes estilos y estéticas alrededor de la cultura y música rock.
Se desarrolló una primera jornada dedicada a los sonidos pesados, fuertes y agresivos, el segundo día se enfocó en la variedad latinoamericana y la integración en nuestro idioma. Finalmente, una jornada de cierre dedicada a los sonidos alternativos hispanohablantes y un complemento con una gran descarga de hardcore punk como no se había visto anteriormente en el festival.
Una de las presentaciones más celebradas fue la del grupo mexicano Los de Abajo, que hizo de su concierto una fiesta compartida con referentes de la música alternativa en Colombia.
También fue una edición marcada por lo escénico. Grupos como Cemican, desde México, ofrecieron un espectáculo que combinó metal con rituales y estética prehispánica. Mawiza, desde Chile, integró elementos visuales vinculados a la cosmovisión mapuche, mientras que Belphegor, una de las propuestas más extremas del black/death metal austríaco, hizo de la oscuridad y la teatralidad una forma de narrar su sonido. Estos tres espectáculos fueron la prueba de que en Rock al Parque no solo se escucha el rock también se ve, se siente y se vive con todos los sentidos.
Por su parte, la banda bogotana Don Tetto no solo celebró su historia con una presentación sólida, sino que sorprendió al público con una puesta en escena que incluyó efectos especiales y la inesperada aparición de un grupo de mariachis, una fusión que desató la ovación del público y mostró el carácter festivo y versátil del rock hecho en Colombia.
El festival también fue escenario de un momento inédito para la escena hardcore local: Grito, agrupación de Medellín, compartió tarima con las legendarias bandas Comeback Kid (Canadá) y Madball (EE. UU.), en lo que fue el primer combo de hardcore internacional y nacional de esta magnitud en la historia del evento. Un encuentro de alto voltaje que reafirmó la fuerza del género y su crecimiento en la ciudad.
La apuesta por la memoria se expresó en el regreso de agrupaciones icónicas como La Derecha, que participó en la primera edición del festival en 1995 y hoy, 29 años después, demostró que sigue siendo un referente del rock alternativo en español. Con un set que mezcló clásicos y canciones nuevas, La Derecha tuvo como invitados a músicos de su generación y ofreció un viaje cargado de reflexión y conexión con la ciudad. Igualmente, Polikarpa y sus Viciosas, con su punk feminista, reafirmó su lugar en la historia del rock colombiano con una presentación llena de fuerza, mensaje y sororidad.
La escena internacional también trajo nombres inéditos. Desde Brasil, Black Pantera debutó en el festival con un show cargado de energía y mensajes contra el racismo, la exclusión y la violencia. Su afro-punk y hardcore con contenido político conectó con el público joven. También desde São Paulo Idartes trajo a The Monic, banda liderada por mujeres que presentó una propuesta de rock alternativo con identidad de género, letras sobre los retos sociales en América Latina y una sonoridad sólida y contundente.
Por primera vez, uno de los grandes del death metal sueco pisó el escenario de Rock al Parque: Dismember, leyenda viva del género, que entregó una presentación cruda, directa y sin concesiones, como se espera del death metal escandinavo. Desde Argentina, la histórica A.N.I.M.A.L. regresó a Bogotá con su mezcla de metal y ritmos latinos, en un concierto que también subrayó su mensaje de resistencia y conciencia social.
Y por primera vez, el municipio de Tuluá, Valle del Cauca, tuvo representación en Rock al Parque gracias a Rain of Fire, agrupación de metal melódico que dejó huella con su propuesta de voces limpias y guturales, técnica instrumental y temáticas profundas sobre el caos, la introspección y la esperanza.
Experiencias en el festival
Uno de los objetivos de Rock al Parque es generar una experiencia completa que le permita a la ciudadanía interactuar de varias formas con el festival. Por ello, el evento contó con una Zona de Arte y Emprendimiento en la que se ofrecieron artículos característicos de la cultura rockera; fueron 54 emprendedores que obtuvieron ganancias por más de 178 millones de pesos. Por su parte, la zona de comidas, que contó con 22 puntos con productos para todos los gustos obtuvieron ganancias por más de 527 millones de pesos
Así mismo, el festival contó con la Zona de Experiencias, una carpa que tuvo, los tres días, una programación alterna a la de las tarimas con selectores, DJs, bandas invitadas, conversatorios y firmas de autógrafos, actividades a las que asistieron 5 mil personas diariamente.
En el evento hubo también actividades del programa Libro al Viento del Instituto Distrital de las Artes – Idartes que se sumó a la experiencia con una propuesta que invitó a los asistentes a narrar su relación con la música, las bandas y el espacio público a través de la palabra escrita. Con el lema las palabras que reclaman música, esta presencia buscó activar las memorias personales y colectivas que habitan el festival, al tiempo que propuso una reflexión sobre su legado y los futuros posibles del rock en Bogotá. En total, 1.200 personas fueron atendidas en la carpa de experiencias literarias y se distribuyeron 2.300 ejemplares de Libro al Viento.
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Entre tanto, el programa Arte a la KY integró la participación de artistas del espacio público al desarrollo del festival. Fueron 10 dibujantes y ocho estatuas humanas quienes realizaron intervenciones en vivo en distintos puntos del Parque Simón Bolívar, como parte de una estrategia para visibilizar las prácticas artísticas que tienen lugar en las calles de Bogotá.
(Con información de Idartes)