El Parque de los Hippies, cuyo nombre oficial es Parque Antonio José de Sucre, adquirió su denominación popular en la década de 1970.
El Parque de los Hippies, cuyo nombre oficial es Parque Antonio José de Sucre, adquirió su denominación popular en la década de 1970.
El emblemático Parque de los Hippies, ubicado en el corazón de Chapinero, continúa siendo motivo de quejas y preocupación entre los residentes del sector, quienes denuncian altos niveles de ruido, inseguridad y deterioro en el entorno urbano. Lo que en su momento fue un punto de encuentro cultural y símbolo de la contracultura capitalina, hoy se ha convertido, según los vecinos, en una fuente constante de perturbación.
El parque, cuyo nombre oficial es Parque Antonio José de Sucre, adquirió su denominación popular en la década de 1970, cuando jóvenes influenciados por el movimiento hippie mundial comenzaron a reunirse allí para promover expresiones artísticas y sociales alternativas. Sin embargo, el espíritu bohemio y cultural que caracterizó el lugar ha dado paso a una convivencia cada vez más difícil, marcada por la contaminación sonora, la ocupación indebida del espacio público y problemas de orden social.
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Las noches en el Parque de los Hippies suelen ser ruidosas y agitadas. En el lugar confluyen estudiantes de universidades cercanas, comerciantes, vecinos del barrio e incluso habitantes de calle. Las celebraciones, presentaciones musicales improvisadas y la actividad de bares y discotecas cercanas generan niveles de ruido que, según los residentes, superan con creces los límites permitidos.
“Los residentes estamos muy afectados por el alto ruido que se da en la zona. Hay bares, discotecas, fondas y eventos que se extienden hasta altas horas de la noche. A eso se suman los toques musicales de grupos urbanos desde los miércoles”, señaló Luis Niño, líder comunitario y administrador de varios edificios colindantes al parque al diario El Tiempo.
Niño asegura que, aunque el parque fue concebido como un espacio de encuentro cultural, la falta de control institucional ha permitido que las actividades nocturnas deriven en consumo de alcohol y sustancias psicoactivas. “Los eventos culturales que deberían promover convivencia se han convertido en momentos de desorden”, añadió.
A los problemas de ruido se suman denuncias por inseguridad, vandalismo y microtráfico. “Solo en 2024 se registraron cuatro muertes por riñas. Además, el turismo nocturno y sexual se ha incrementado, lo que hace del parque un punto de riesgo”, agregó el vocero vecinal.
Desde la Alcaldía Local de Chapinero aseguran que se han emprendido acciones en coordinación con distintas entidades distritales. En las últimas semanas, la Secretaría de Seguridad y la Policía Metropolitana desarticularon dos estructuras del grupo criminal conocido como el Tren de Aragua que operaban en el sector.
Por su parte, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) reiteró que no autoriza la realización de eventos en parques ni en otros espacios públicos sin los permisos respectivos. La entidad señaló que la Secretaría Distrital de Gobierno es la responsable de supervisar los eventos de media y alta complejidad, mientras que las alcaldías locales deben hacer seguimiento a las actividades de menor escala.
Las cifras oficiales respaldan las quejas de los vecinos. De acuerdo con la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia, entre enero y agosto de 2025 se registraron 240.401 llamadas por ruido en Bogotá, lo que representa un aumento del 24,96 % frente al mismo periodo del año anterior. En agosto, los reportes se incrementaron un 40,15 %, pasando de 26.722 a 37.452 casos. En Chapinero, el alza fue del 35,22 %, con 1.317 denuncias en el mismo mes.
Los operadores de la línea 123 clasifican como casos de ruido aquellas llamadas en las que los ciudadanos reportan fiestas, reuniones, conciertos o cualquier actividad que altere la tranquilidad. Posteriormente, las autoridades verifican los reportes y determinan si procede alguna medida o sanción.
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Ante la persistencia del problema, los residentes del sector han conformado una red de administradores y vecinos que promueve mesas de diálogo con la Alcaldía Local, el IDRD y la Personería. Su objetivo, dicen, no es cerrar establecimientos, sino exigir el cumplimiento de las normas.
“No pedimos que cierren los bares, solo que insonoricen, bajen el volumen y cumplan la ley. Queremos que el sector conserve su vocación cultural, pero en armonía con quienes vivimos aquí”, explicó Niño.
Gracias a la gestión comunitaria, se logró que los eventos autorizados en el parque finalicen más temprano. “Antes se extendían hasta las 10 u 11 de la noche. Ahora muchos terminan entre las 7 y las 8 p.m. Es un avance, aunque los procesos con las entidades son lentos”, añadió.
El Mapa Estratégico de Ruido (MER) elaborado por la Secretaría Distrital de Ambiente identificó al Parque de los Hippies dentro de las 27 Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS) de la ciudad, según mediciones realizadas entre 2018 y 2021.
Las áreas más afectadas se concentran en Chapinero, especialmente entre las calles 57 y 70 y las carreras 4 y la Avenida Caracas, así como en sectores de Kennedy y Engativá, donde se presentan los niveles más altos de contaminación sonora.
Pese a las reiteradas quejas, la Policía Metropolitana de Bogotá informó que no se han impuesto sanciones por contaminación auditiva en el Parque de los Hippies, aunque recordó que la Ley 1801 de 2016 faculta a las autoridades para aplicar medidas correctivas cuando se comprueben afectaciones a la convivencia.
Mientras tanto, los vecinos insisten en que el problema no es nuevo y requiere una intervención integral. “Aquí vivimos adultos mayores, familias y estudiantes. Queremos recuperar la tranquilidad sin perder la esencia cultural del parque”, concluyó el líder vecinal.