Tras varios meses de hechos violentos contra la población cristiana en Nigeria, el gobierno del país africano ha negado un «genocidio». Mientras tanto Donald Trump amenazó con bombardear el país para detener las atrocidades.
Tras varios meses de hechos violentos contra la población cristiana en Nigeria, el gobierno del país africano ha negado un «genocidio». Mientras tanto Donald Trump amenazó con bombardear el país para detener las atrocidades.

En los últimos meses, Nigeria ha sido escenario de una oleada de violencia contra civiles en varias regiones del país, incluida la zona denominada “Middle Belt”. Grupos armados yihadistas como Boko Haram, su escisión Islamic State West Africa Province (ISWAP) y milicias de pastores fulani han sido señalados por ataques contra poblaciones rurales, muchas veces mezclando motivaciones religiosas, étnicas y territoriales.
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Algunos sectores internacionales han denunciado que estas agresiones suponen un genocidio cristiano, apuntando a que la mayoría de las víctimas serían cristianos de comunidades agrícolas o de iglesias remotas. Estas afirmaciones incluyen cifras que hablan de miles de muertos al año, aunque los datos oficiales y las fuentes independientes advierten que la violencia es más compleja y no siempre se dirige de forma exclusiva o sistemática contra cristianos.
En respuesta a esas denuncias, el presidente nigeriano Bola Tinubu y su gobierno han rechazado de plano la idea de un genocidio religioso. “Nuestra Constitución garantiza la libertad de religión y somos un país de múltiples creencias”, afirmó el portavoz de la presidencia. El gobierno sostiene que el problema es de inseguridad general y no una campaña dirigida exclusivamente contra cristianos.
Sin embargo, el contexto de violencia es real: entre 2020 y 2025 se documentaron al menos 389 ataques dirigidos a cristianos, con al menos 318 muertes, mientras en el mismo periodo hubo 197 ataques que afectaron principalmente a musulmanes, con al menos 418 muertes. Esto demuestra que tanto cristianos como musulmanes están afectados, aunque el análisis indica diferencias regionales.
La polémica escaló internacionalmente con las declaraciones de Donald Trump, quien el 1 de noviembre de 2025 designó a Nigeria como “País de Particular Preocupación” (Country of Particular Concern) por libertad religiosa y advirtió que su país estaba preparado para intervenir militarmente si Nigeria no detenía lo que él llamó la “matanza de cristianos”. “Si el gobierno nigeriano continúa permitiendo el asesinato de cristianos, Estados Unidos. dejará toda ayuda y podrá entrar al país ‘guns-a-blazing’” escribió Trump.
Trump además indicó que había ordenado al Pentágono preparar planes de operación para una posible intervención militar y advirtió que la respuesta sería “rápida, brutal y dulce” contra los terroristas que, dijo, están cometiendo “estas horribles atrocidades” contra los cristianos.
Frente a estas amenazas, el gobierno de Nigeria contestó que cualquier acción militar unilateral de Estados Unidos. violaría su soberanía nacional. Un portavoz señaló que “la violencia no es contra una sola religión” y que caracterizarla como genocidio de cristianos es una “interpretación falsa y divisiva” que podría agravar aún más los conflictos.
Por su parte, los analistas advierten que, aunque la violencia es grave, está profundamente enraizada en disputas de tierras, recursos, etnicidad, pastoreo y rebelión insurgente, más que en un enfoque de persecución religiosa sistemática. “La geografía de la violencia determina las víctimas, no siempre la creencia que tienen”, explicó un experto en seguridad.
La tensión diplomática entre Estados Unidos. y Nigeria se ha vuelto notable: además de la amenaza militar, la suspensión de ayuda y la designación como CPC, también se habla de sanciones y recortes al comercio de armas. Nigeria es un socio estratégico en África occidental, lo que complica aún más la respuesta internacional.
Para Nigeria, la prioridad oficial sigue siendo reforzar sus fuerzas de seguridad, coordinar operaciones contra Boko Haram e ISWAP y proteger comunidades vulnerables. El gobierno asegura que desde 2023 ha neutralizado miles de combatientes y liberado más de 10.000 rehenes, como señal de avance en contra del terrorismo.
El riesgo es que la narrativa del “genocidio cristiano” y la intervención extranjera pudiera alimentar la radicalización, socavar los procesos locales de paz y profundizar la división religiosa. Expertos advierten que la solución pasa por reforzar el Estado de derecho, garantizar justicia y seguridad para todos, no solo por intervenciones externas.
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La crisis de violencia en Nigeria ha ganado un enfoque internacional inusitado debido a las denuncias de persecución religiosa y la amenaza de intervención de Estados Unidos. Si bien la situación es alarmante, el panorama real es más complejo que “musulmanes vs cristianos”. El camino hacia la paz requerirá cooperación regional, refuerzo institucional y una narrativa que reconozca todas las víctimas por igual.