El futuro de la política estadounidense hacia Venezuela sigue siendo incierto, marcado por una combinación de presión militar, maniobras diplomáticas discretas y posibles operaciones de inteligencia.
El futuro de la política estadounidense hacia Venezuela sigue siendo incierto, marcado por una combinación de presión militar, maniobras diplomáticas discretas y posibles operaciones de inteligencia.

La estrategia de Estados Unidos hacia Venezuela atraviesa un momento de creciente tensión, combinando despliegues militares, acciones encubiertas y conversaciones informales con el gobierno de Nicolás Maduro. En la superficie, Washington mantiene una ofensiva marítima en el Caribe y el Pacífico, donde, según reportes oficiales, ha ejecutado al menos 21 ataques contra embarcaciones vinculadas presuntamente al narcotráfico, destruyendo 22 lanchas y dejando un estimado de más de 80 personas muertas.
Sin embargo, expertos en seguridad y analistas internacionales advierten que estas operaciones podrían formar parte de un cerco estratégico para presionar la salida de Maduro del poder, más allá de estrictas acciones antinarcóticos.
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En este contexto, The New York Times reveló la existencia de conversaciones extraoficiales entre representantes del mandatario venezolano y funcionarios estadounidenses, autorizadas por la Casa Blanca. De acuerdo con el diario, el presidente Donald Trump habría rechazado una propuesta de Maduro que planteaba su renuncia en un plazo de dos años como parte de una transición política controlada.
Funcionarios citados bajo anonimato indicaron que integrantes del círculo cercano del mandatario venezolano ofrecieron una transición de dos a tres años, con el fin de asegurar una salida “ordenada y segura” para Maduro. No obstante, la administración Trump consideró inaceptable cualquier plan que prolongue su permanencia en el poder.
Informantes también señalaron que Maduro mostró disposición a facilitar acceso al sector petrolero venezolano a empresas estadounidenses, una oferta significativa en medio del deterioro económico del país.
El mismo reporte sostiene que Trump habría dado su visto bueno a planes de la CIA para ejecutar operaciones encubiertas orientadas a “preparar el terreno para futuras acciones”, sin llegar a comprometerse con una intervención militar directa.
La semana pasada, el mandatario republicano sostuvo reuniones con autoridades del Pentágono en las que se discutieron distintas opciones para continuar las misiones lideradas por el Comando Sur en aguas cercanas a Venezuela. Aunque no hay claridad sobre los pasos siguientes, las alternativas planteadas incluyen acciones cibernéticas, campañas de desinformación y operaciones psicológicas, además de intervenciones puntuales contra objetivos previamente identificados.
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Según The New York Times, la CIA ya habría localizado instalaciones supuestamente vinculadas al narcotráfico dentro de territorio venezolano, que podrían convertirse en nuevos blancos operativos si Trump da la orden correspondiente.
El futuro de la política estadounidense hacia Venezuela sigue siendo incierto, marcado por una combinación de presión militar, maniobras diplomáticas discretas y posibles operaciones de inteligencia. Mientras el cerco internacional se intensifica, expertos advierten que cualquier movimiento podría tener repercusiones significativas en la estabilidad regional y en la ya compleja crisis política venezolana.