Barcelona derrotó por primera vez al equipo francés, el más laureado de Europa con ocho títulos, con goles de Bonmatí y Putellas.
Barcelona derrotó por primera vez al equipo francés, el más laureado de Europa con ocho títulos, con goles de Bonmatí y Putellas.
En Bilbao retumbó el Juego de Tronos. Donde uno pierde, y el otro gana. Tan simple como voraz. En Bilbao se enfrentaron dos dinastías, y se intercambiaron las coronas. En Bilbao, el Barcelona venció por primera vez a su pesadilla y eterno rival, el todopoderoso y laureado Olympique de Lyon. Y lo hizo nada menos que en la final de la Champions por 2-0 con goles de Aitana Bonmatí y Alexia Putellas. En un auténtico duelo físico e igualado, con dos plantillas llenas de estrellas.
Fue la venganza perfecta, y quizás, la primera piedra del cambio de ciclo hegemónico en Europa. Las francesas mantienen sus ocho títulos continentales y las azulgranas sumaron su tercero. Atrás quedaron las derrotas en las finales de 2019 y 2022, y también los fantasmas. Atrás quedó la tiranía. El Lyon era el Lyon. Pero el Barcelona ya no es aquel joven Barcelona. Y volvieron a ser las campeonas: llegaron con la corona puesta, y se fueron con ella.
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Contaron con una ventaja: la ausencia de Ada Hegerberg, la personificación de los miedos del Barcelona, en el once inicial, el mismo con el que ganaron al PSG la liga francesa. En las dos finales anteriores, cuatro de los siete goles del Lyon fueron de la noruega. Esta temporada, tan solo ha jugado 14 minutos desde el nueve de marzo por lesión.
Pero con la capitana Renard, la tiranía del terror estaba asegurada. Mientras, Jonatan Giráldez optó por dejar a Alexia Putellas en el banquillo y también a Batlle, decidiéndose por Guijarro, quien marcó dos goles en la final del año pasado, Rolfö y la experiencia de Lucy Bronze, exfutbolista del Lyon. Los méritos futbolísticos de las francesas, sin embargo, no han sabido traducirlos en impacto social. Al contrario que el Barça. En San Mamés, la marea azulgrana, más de 35.000 culés, inundaron las gradas y rompió el récord de máxima asistencia en una final de la Champions femenina con 50.827 aficionados.
El humo del fuego de la ceremonia inicial aún estaba en el aire cuando se inició el partido, y la tensión sobre el césped. El Lyon sorprendió con un ataque más combinativo. Cuando las francesas se aproximaban lo hacían con más exactitud que las culés, con golpeos de Cascarino o Renard. Un peligro para Cata Coll que tan solo ella, y la suerte, dos veces golpeó el palo en una ocasión de las francesas, pudieron evitar.
Pero el Barça ya no era el mismo de hace unos años. Las azulgranas lograron salvarse de los goles durante la primera parte. Era el primer paso. Y el segundo, marcarlos ellas. Graham Hansen brilló, como nunca, y como siempre, superando con facilidad a Bacha. Y Aitana se sumó a su pareja de baile favorita. La noruega y Rolfö se turnaron los centros aéreos que Paralluelo no pudo aprovechar, y que Renard y Gilles leyeron a la perfección.
El Barcelona necesitaba bascular más rápido. No solo valían las buenas recuperaciones de Walsh, Patri y Bronze, dedicadas a lanzar la pelota fuera de peligro cuando progresaban las francesas. Renard no escondió su descontento, y le recriminó cada error a sus compañeras. Rolfö golpeó el suelo tras resbalarse en una oportunidad del Barcelona. Estaban cerca del gol, pero muy lejos del remate.
Así que Aitana apareció tras un pase de Mariona, brillante con y sin balón durante todo el partido, para marcar el gol en una arrolladora actuación individual. Pero aquel balón entrando en la portería era más que eso. Era la coronación definitiva del Barça. Los últimos minutos no descendió el ritmo, con un Lyon convencido a forzar la prórroga y un Barça decidido a evitarla.
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Una mala caída de Cata preocupó sobre su continuidad, y un golpe dejó sangrando a Ona Batlle. Pero ambas no quisieron abandonar. El duelo ya no solo era físico. La final estaba por encima de eso. De todo.
Y Alexia, cuando parecía que no había tiempo, que el reloj ya las había hecho prácticamente campeonas, quiso más. Entró en el descuento y marcó en el 95. Se quitó la camiseta, reverenció al público.
Alexia, la capitana recién renovada por dos temporadas más entre dudas y ruido, volvía a ser la Reina. Dejó claro quién tenía la corona. Y aunque estuvo cerca el Lyon de arrebatársela, Putellas agarró la copa. El Barça despide a Giráldez con un póquer de títulos. Todas las historias tienen un final. Y donde termina la del Lyon, empieza la del Barça. Hay un nuevo reinado en Europa.
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