lunes, 7 de julio de 2025

En Brasil, comienza una nueva cumbre de los BRICS

En Brasil, comenzó la primera cumbre de los países BRICS que se ya completan once miembros del bloque.

Este domingo 6 de julio dio inicio en Río de Janeiro la nueva cumbre de los países BRICS, una cita particularmente significativa por ser la primera desde la expansión del bloque a once miembros. A partir de 2024, el grupo —originalmente conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— ha integrado a Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, ampliando su influencia en el escenario global.

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El anfitrión del encuentro, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, pronunció un discurso de apertura en el que no escatimó en críticas a la arquitectura geopolítica actual. Lula fue enfático al señalar que el mundo, y especialmente un bloque con el peso económico y político de los BRICS, no puede permanecer indiferente ante el genocidio en Gaza, instando a los países miembros a asumir una posición más activa frente a la crisis humanitaria en Medio Oriente.

Uno de los temas centrales del discurso de Lula fue la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, al que calificó como una institución desfasada que ya no representa los equilibrios actuales del poder global. También aprovechó para cuestionar el aumento del gasto militar de la OTAN, sugiriendo que el mundo necesita más diplomacia y desarrollo, no una nueva carrera armamentista.

Pese a la importancia del evento, no asistieron de manera presencial dos de los principales líderes del bloque: el presidente chino Xi Jinping y su homólogo ruso Vladimir Putin. Ambos participaron por medios virtuales, en lo que se interpreta como una medida de prudencia diplomática, especialmente en el contexto de sanciones y tensiones internacionales que afectan a sus países.

Uno de los objetivos de esta cumbre es la adopción de una declaración conjunta en contra de los aranceles unilaterales impulsados por Estados Unidos, particularmente por el expresidente y actual candidato Donald Trump. Esta postura surge tras el anuncio de una nueva ronda de aranceles que debía entrar en vigor el 9 de julio, aunque ahora se han aplazado hasta agosto, lo que abre un margen temporal para eventuales negociaciones.

Trump ha amenazado con imponer aranceles del 100% a productos de países que —según él— intenten debilitar el dominio global del dólar estadounidense. Estas declaraciones, si bien no oficiales, reflejan la línea dura que podría adoptar un eventual segundo mandato del exmandatario, aumentando las tensiones comerciales con economías emergentes y aliados tradicionales por igual.

Desde hace años, los países BRICS han venido buscando mecanismos para reducir su dependencia del dólar, promoviendo el comercio en monedas locales y explorando la creación de un sistema financiero alternativo al SWIFT, del cual Rusia ha sido en parte excluida tras las sanciones por la guerra en Ucrania.

En ese contexto, varios analistas interpretan que la ampliación de BRICS no solo responde a intereses económicos, sino también a la necesidad geopolítica de construir un contrapeso al sistema occidental, particularmente a la influencia de Washington sobre organismos multilaterales, la banca global y las plataformas de pago internacionales.

Por su parte, Trump ha dejado claro que considera a los BRICS como una amenaza a los intereses estratégicos de Estados Unidos. En sus discursos de campaña ha propuesto imponer un arancel general del 10% a todos los países que participen en iniciativas que busquen reducir la hegemonía del dólar o que respalden esquemas de cooperación alternativos como los impulsados desde el bloque.

La creciente fricción ha despertado preocupaciones entre inversionistas y organismos multilaterales, pues un recrudecimiento de la guerra comercial podría afectar no solo los flujos de bienes, sino también el acceso a mercados de capitales y a tecnologías clave en sectores como energía, telecomunicaciones y defensa.

Para los BRICS, esta cumbre representa una oportunidad estratégica de fortalecer su unidad, definir prioridades conjuntas y avanzar en la consolidación de un bloque con voz propia, que pueda disputar el liderazgo económico y diplomático a las potencias tradicionales sin depender de sus reglas o estructuras.

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A medida que los países del Sur Global se articulan en nuevos marcos de cooperación, el papel de los BRICS podría tornarse crucial en áreas como la transición energética, el financiamiento de infraestructura, la innovación tecnológica y la reforma de las instituciones multilaterales. La cumbre en Río es, sin duda, un hito que marcará el tono del reordenamiento geopolítico del siglo XXI.

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