Los festivales “Al Parque” comienzan su regreso luego de dos años de pandemia. Aunque el año pasado se agruparon temporalmente para el festival Idartes 10 años, en 2022 vuelven recargados y de manera independiente sin restricción de aforo.
Los festivales “Al Parque” comienzan su regreso luego de dos años de pandemia. Aunque el año pasado se agruparon temporalmente para el festival Idartes 10 años, en 2022 vuelven recargados y de manera independiente sin restricción de aforo.
Los festivales “Al Parque” comienzan su regreso luego de dos años de pandemia. Aunque el año pasado se agruparon temporalmente para el festival Idartes 10 años, en 2022 vuelven recargados y de manera independiente sin restricción de aforo.
La música como herramienta de sanación
La pandemia ha causado grandes estragos en la salud mental de las personas. Los espacios de esparcimiento se han convertido en una necesidad imperativa para la población. Adicionalmente, la música y la danza tiene propiedades terapeúticas sobre los cuerpos y mentes de las personas.
Ese efecto terapeútico de la música fue una de las grandes novedades del festival Colombia Al Parque en su versión de 2022. Robi Draco Rosa inició la jornada del sábado con una sesión de yoga, ambientada con varias de sus canciones más conocidas.
A continuación, la May y los curanderos del ritmo “desconectaron” a las personas de sus teléfonos y los pusieron a bailar al ritmo de “ecstatic dance”. La comunicación verbal se pausó por una hora, y fueron los cuerpos los que hablaron.
Los sonidos tradicionales del Brasil en fusión con Colombia llegaron de la mano de Café Camara. Un cuarteto colombo-brasilero nacido de un centro cultural en la localidad de Teusaquillo. Birimbao, mandolín y guitarra trajeron los sonidos de la bossa nova al parque.
Aunque las nubes amenazaban con pasar por agua la fiesta, la temperatura subió cuando Golpe Cruzao subió al escenario. Este proyecto musical fusiona ritmos de ambas costas colombianas, así que los tambores, la marimba de chonto y las gaitas llenaron de música y color el escenario.
Siguiendo con la onda tropical, llegó todo un “Aluvión” musical desde Timbiquí. Esta orquesta con su mensaje social, recordó la complicada situación de su departamento de origen. Un interesante contraste entre las notas alegres de la música del Pacífico y la crítica social.
Casi al atardecer, llegó la música “electrópical” de Phonoclórica. El potente canto de su vocalista, además de su danza, hizo que la fiesta traída por las bandas anteriores continuara a pesar del frío capitalino.
Así fue cayendo la noche, y las líricas de Mabiland subieron al escenario. La artista chocoana de trayectoría internacional hizo vibrar a la audencia con la fuerza de su rap. El público predominantemente femenino coreó una a una las canciones de la artista afrocolombiana.
La segunda presencia internacional llegó desde República Dominicana. Mula, una agrupación conformada por dos hermanas gemelas y una productora musical, trajo ritmos electrónicos y pop a una audiencia que no se agotaba ni se rendía a pesar de la lluvia.
Los ritmos urbanos de Dawer y Damper llegaron desde el occidente colombiano. De nuevo la crítica social hacía su aparición en tarima, luego que la mayoría de artistas colombianos la trajeran constantemente.
Ya cerrando el día, la música del mundo mezclada con ritmos electrónicos inundó el parque de la mano de Indus. Una combinación entre sintetizadores y percusión que hizo bailar inenterrúmpidamente a toda la audiencia.
Para terminar la jornada llegó uno de los valuartes musicales del país. Edson Velandia, interpretó su álbum 11 rascas junto con un ensamble de distintos invitados musicales. Su banda La Tigra, La Segunda Línea musical, Adriana Lizcano, N’Hardem, El Calvo y Las Añez conformaron lo que se denominó La Sinfonía Distrital. La poesía popular de la rasca fue cantada por todo el público del parque, que recordó las protestas del año anterior al ritmo de “el infiltrao”.
El domingo, fue un día más internacional que el sábado. Invitados de México, Perú, España y Colombia compartieron escenario en el parque de los novios.
La tarde comenzó con la agrupación colombiana Folkloreta, viejos conocidos de la audiencia capitalina, que siempre han deleitado al público con baladas románticas al ritmo de música típica colombiana de cuerdas.
Más tarde, la inclusión llegó desde México. La bruja de Texcocó, una artista trans, marcó un hito dentro de los festivales al parque. Ella junto con su agrupación, interpretaron canciones al ritmo de un original mariachi mexicano. Adicionalmente invitó al escenario a Rubén Albarrán de Café Tacuba, con quien cantó a dúo la famosa canción de Juan Luis Guerra: “Ojalá que llueva café”.
El poeta español Pascual Cantero, mejor conocido como Muerdo, continuó con la onda romántica que había comenzado Folkloreta. Prácticamente inaguró su gira por Latinoamérica en el festival. Afirmó que cumplió su sueño de cantar en un gran escenario en Bogotá gracias a Colombia Al Parque.
Otra vez el Cauca a escena, desde el sur del departamento llegaron Los Pangurbes. Una mezcla de ritmos tropicales con ritmos indígenas, en la que incluso tuvo cabida la reciente guaracha hacia el final de su presentación. En medio de la fiesta que armaron, tuvieron también su espacio para recordar las problemáticas relacionadas con el asesinato de líderes sociales.
Entonces el festival dió un salto al pasado al ritmo del mambo. La orquesta del maestro Dámaso Pérez Prado llegó desde México para interpretar todos sus éxitos. En esta ocasión junto con Rubén Albarrán y La Bruja de Texcocó. La audiencia bailó y cantó desde “El ruletero” hasta el internacionalmente conocido “Mambo No. 5”.
De nuevo Colombia vuelve a tarima. Desde los montes de María, llegó Yeison Landero. Descendiente de juglares, trajo la poesía campesina detrás de ritmos vallenatos y gaitas. La cumbia colombiana retumbó por todo el parque de la mano de su acordeón.
Y para cerrar, desde Perú, ahora con cumbia… amazónica, llegaron Los Mirlos. Una agrupación de más de cincuenta años que ha llevado la música tradicional del norte del Perú a todos los rincones del mundo. Si antes la audiencia bailó hasta el cansancio a ritmo de cumbia colombiana, recuperó energías para danzar al son de otro ritmo latinoamericano.
Así terminaron cuatros días de folclor y riqueza musical por toda Bogotá. El festival también estuvo en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, La Media Torta y en distintos lugares de la ciudad. Adicionalmente tuvo la novedad de ser por primera vez, un festival con una mayor presencia femenina. Se augura un buen año para los festivales al parque con este monumental inicio.
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