Con una votación apretada en el Congreso y críticas desde el propio partido repúblicano, la One Big Beautiful Bill ya fue firmada.
Con una votación apretada en el Congreso y críticas desde el propio partido repúblicano, la One Big Beautiful Bill ya fue firmada.
El pasado primero de julio, el Senado aprobó la One Big Beautiful Bill, dando continuidad permanente a los recortes fiscales de 2017, incluyendo exenciones normas sobre propinas y pago por horas extra, y nuevos incentivos como deducciones de interés por préstamos automotrices.
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A cambio, el paquete contempla recortes profundos a Medicaid y SNAP, además de eliminar subsidios a las energías limpias, con un objetivo declarado de recaudar $3.3 billones en la próxima década, aunque esto incrementaría el déficit en $2.8–3.8 billones.
Quienes se benefician más son los hogares de altos ingresos: el 57 % de las reducciones fiscales irán a personas con ingresos superiores a $217.000 y un tercio de todos los beneficios se concentran en quienes ganan más de $460.000.
Por otro lado, los hogares de bajos ingresos se verían afectados: el 20% más pobre vería una caída promedio de $700 anuales (–2.9%), mientras que el 10% más rico ganaría hasta $12.000 adicionales.
La exención temporal de impuestos a propinas y horas extra, y la deducción para personas mayores, despiertan elogios del sector financiero. La American Bankers Association la calificó de “un importante estímulo económico”, y economistas de Nomura lo vieron como amortiguador ante el vencimiento de recortes previos .
En contraste, los recortes a Medicaid (–$930.000 millones), SNAP (–$68.600 millones) y los subsidios para energía limpia, provocan alarma en ONG, hospitales rurales y sectores tradicionales de energía sostenible.
Organismos como Yale Budget Lab estiman que estas disposiciones podrían causar la pérdida de cobertura médica para 10–11 millones de personas, aumentar los costos de energía y eliminar cientos de miles de empleos en renovables.
Según Moody’s, la enorme emisión de deuda derivada del OBBBA fue factor para rebajar la calificación crediticia de EE.UU., y la preocupación sobre posibles aumentos en las tasas de interés genera inquietud en los mercados.
Derek Eppsteiner, de Yale, advierte que el bill implicará una transferencia de riqueza hacia los ricos, describiéndolo como “Robin Hood al revés” y criticando su impacto regresivo.
Desde el Congreso, voces conservadoras como Ron Johnson señalan que el proyecto exacerbará el déficit público y proponen auditorías más radicales antes que nuevos recortes.
Elon Musk también fue crítico: lo calificó de “políticamente suicida” y “completamente insano”, cuestionando su impacto negativo en el sector tecnológico y energético.
John Oliver, en su programa, lo describió como “muerte por mil cortes”, señalando que podría dejar sin seguro médico a 4–16 millones y desmantelar progresos en atención médica y comida básica.
A pesar de la crítica, la banca, incluida la American Bankers Association y Citigroup, mantiene que el paquete será positivo para el crecimiento económico a corto plazo, frenaría la caída fiscal prevista para 2026.
No obstante, universidades como Yale y la Tax Foundation alertan sobre un aumento en la inequidad y en los costos de vida para los sectores vulnerables, así como una carga mayor de deuda que presionará presupuestos futuros en salud y pensiones.
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La One Big Beautiful Bill es una victoria legislativa para Trump que promete beneficios impositivos inmediatos para ricos y sector financiero, pero con profundas consecuencias fiscales, sociales y ambientales, lo que ha provocado un debate polarizado tanto dentro del Partido Republicano como en la opinión pública estadounidense.