Tanquetas, aturdidoras, bombas molotov, gases lacrimógenos y más, la cruda realidad que se vive en un día de protestas del Paro Nacional en Bogotá.
Tanquetas, aturdidoras, bombas molotov, gases lacrimógenos y más, la cruda realidad que se vive en un día de protestas del Paro Nacional en Bogotá.
Todo se alista, los actores del conflicto están listos para una nueva jornada de enfrentamientos por el Paro Nacional. Diferentes puntos de Bogotá, igual modus operandi. Marchas, escudos, motos, cantos y un rezo antes de comenzar.
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Ya son más de 90 días de confrontaciones dentro del denominado Paro Nacional, o Estallido Social, como algunos prefieren denominarlos. Desde aquel 28 de abril de 2021, muchas calles no volvieron a ser iguales, muchos jóvenes no volvieron a ser los mismos; muchos no volvieron a casa.
Y es que durante este tiempo no solamente se ha visto un recrudecimiento de la violencia contra los manifestantes, sino que desde la otra orilla se ha visto un nuevo actor nacer. Las Primera Líneas se han vuelto el enemigo, el contrapoder en la calle. Y ahora reina un nuevo factor: la lucha por el control.
El ESMAD es la cara de mostrar del gobierno, del opresor, la cara de la opresión, mientras que las PL’s se han convertido en el escudo de aquellos que ya no quieren más conformismo, que se cansaron de lo mismo. De aquellos que al parecer quieren un cambio sustancial de verdad.
Pero todo esto en palabras suena bonito, suena hasta interesante, pero la realidad de la calle es otro. La realidad de la confrontación es otra. Heridos de un lado y del otro. Mofas contra el rival a la carta están, pero al final quienes pierden siguen siendo los mismos. Quien pierde es el pueblo. Ese pueblo que esta representado por los vestidos de negro y por aquellos que se escudan tras barras de metal o de madera.
Las calles terminan llenas de piedra, pero vuelven a estar “limpias”, mientras que en algún lugar hay jóvenes sin ojos, desaparecidos y hasta asesinados. Por el otro lado la realidad no es muy diferentes. Agentes heridos, hospitalizados y aunque en menor cantidad, también sufren el rigor de una lucha que no es suya.
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Agentes del ESMAD quemados, otros retenidos, heridos en sus cuerpos, la realidad que deja una confrontación para aquellos que dicen ser los “protectores de la ley”. Pero también está el uso de la fuerza excesiva, las retenciones ilegales de manifestantes y hasta de la prensa. Los derechos humanos vulnerados y hasta violaciones de mujeres. Todo un coctel que deja mal parado a uno y otro.
Las calles siguen siendo testigas de la aquello que algunos ocultan, pero que está sucediendo. “Vándalos”, policía, piedra y garrote, mientras que en los pasillos del Congreso y Presidencia los ojos miran para otro lado, para esa realidad que poco a poco ha ido cambiando, pero no parando.
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