Tras varias negociaciones Ucrania y Estados Unidos firmaron un acuerdo para la explotación de minerales en el país europeo. El acuerdo ayudaría a Estados Unidos a reducir la dependencia de China en temas de tierras raras.
Tras varias negociaciones Ucrania y Estados Unidos firmaron un acuerdo para la explotación de minerales en el país europeo. El acuerdo ayudaría a Estados Unidos a reducir la dependencia de China en temas de tierras raras.
El 30 de abril de 2025, Estados Unidos y Ucrania firmaron un acuerdo estratégico que otorga a Washington acceso preferencial a los recursos minerales críticos ucranianos, incluyendo tierras raras, litio, uranio, grafito, titanio y manganeso. El acuerdo fue suscrito por el secretario de Energía de Estados Unidos, Rick Perry, y por la ministra de Economía ucraniana, Yulia Svyrydenko, en representación del presidente Volodímir Zelenski. El pacto se denomina oficialmente Fondo de Inversión para la Reconstrucción.
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Este fondo tiene como objetivo principal impulsar la recuperación económica de Ucrania tras la invasión rusa de 2022, y se diseñó específicamente para no generar nueva deuda externa. En lugar de préstamos tradicionales, se contemplan inversiones directas en proyectos relacionados con la minería, infraestructura energética y procesamiento industrial de materiales estratégicos.
Una característica destacada del acuerdo es la estructura de gestión conjunta, dividida en partes iguales (50%-50%) entre ambos países. Sin embargo, se garantiza que la propiedad de los recursos minerales continuará siendo exclusivamente de Ucrania, y que los beneficios generados durante los primeros diez años serán reinvertidos localmente en proyectos de reconstrucción, educación técnica y desarrollo regional.
Desde la perspectiva de Estados Unidos, este acuerdo representa una oportunidad para reducir su dependencia de China, actualmente el principal proveedor mundial de muchos minerales estratégicos, fundamentales para la fabricación de tecnología de punta, como semiconductores, baterías, armamento inteligente y equipos médicos.
Para Ucrania, el acuerdo no solo representa una fuente de recursos financieros en medio de un conflicto prolongado, sino también un respaldo político clave. Fortalece su relación bilateral con Washington y demuestra que su capital geológico puede convertirse en una ventaja geopolítica en lugar de un pasivo económico.
El presidente Zelenski insistió en eliminar del borrador original ciertas cláusulas restrictivas que podían poner en riesgo las futuras negociaciones de adhesión con la Unión Europea. La versión final, según funcionarios ucranianos, no compromete la soberanía minera ni cede competencias regulatorias al exterior.
Pese a estos esfuerzos, el acuerdo ha sido objeto de fuertes críticas desde Moscú. El expresidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, acusó a Trump de haber «comprado» la lealtad de Kiev a cambio de recursos naturales, describiendo el acuerdo como un intento de «colonización económica disfrazada».
Una realidad que complica la implementación es que aproximadamente el 40% de los minerales metálicos de Ucrania se encuentran en territorios actualmente ocupados por Rusia, especialmente en las regiones de Donetsk, Lugansk y partes de Zaporiyia. Esto limita el acceso y eleva los costos de seguridad para cualquier operación minera futura.
A pesar de los desafíos logísticos y geopolíticos, funcionarios estadounidenses creen que el acuerdo podría fortalecer la posición negociadora de Ucrania en eventuales mesas de diálogo de paz, al mostrar que el país no está aislado y cuenta con un respaldo económico sostenido del bloque occidental.
Además, el acuerdo permite a Estados Unidos reforzar su estrategia de contención global frente a potencias como China y Rusia, al establecer una presencia más activa en sectores clave de la transición energética. Washington también busca facilitar la instalación de centros de procesamiento en territorio ucraniano para disminuir su dependencia industrial del sudeste asiático.
Por otro lado, existen sectores de la oposición ucraniana que han expresado preocupación por la falta de mecanismos de fiscalización ciudadana y por el posible control indirecto de ciertos recursos. Algunos analistas temen que se genere una nueva forma de extractivismo internacional, disfrazada de cooperación.
Entre los ganadores del acuerdo se encuentran las empresas mineras estadounidenses con capital en tecnologías limpias, las autoridades económicas ucranianas que ahora tienen un nuevo canal de inversión no condicionada, y ambos gobiernos que obtienen beneficios diplomáticos. También podrían beneficiarse las comunidades locales si los recursos se reinvierten correctamente.
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Entre los perdedores potenciales están los competidores de Estados Unidos en el mercado de minerales estratégicos, especialmente China y Rusia. También pierden las regiones ocupadas por Moscú, al quedar excluidas de los beneficios del acuerdo, lo que podría aumentar su aislamiento económico.