Los países del G7 se reunieron en medio de las escaladas del conflicto entre Irán e Israel; y Rusia y Ucrania.
miércoles, 18 de junio de 2025
Los países del G7 se reunieron en medio de las escaladas del conflicto entre Irán e Israel; y Rusia y Ucrania.
La 51ª cumbre del G7 se celebra del 15 al 17 de junio de 2025 en Kananaskis, Alberta (Canadá), bajo la presidencia canadiense, encabezada por el primer ministro Mark Carney, junto a los líderes de Estados Unidos (Donald Trump), Francia (Emmanuel Macron), Alemania (Friedrich Merz), Italia (Giorgia Meloni), Reino Unido (Keir Starmer), Japón (Shigeru Ishiba), y representantes de la Unión Europea, además de invitados como Zelenskiy y Modi.
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La reunión ha sido dominada por la escalada entre Israel e Irán, tema que ocupó buena parte del debate durante las primeras jornadas, incluso haciendo imposible la emisión del comunicado final conjunto, dejándose solo una breve declaración del anfitrión.
Donald Trump, en su primera cumbre del G7 desde 2019, se presentó como el hombre-orquesta del evento: llegó con su icónica gorra «MAGA» y exigió que todos se evacuarán Teherán y que Irán no debe poseer armas nucleares.
Trump incluso fue más allá, proponiendo abrir el G7 a Rusia y China, transformándolo en un G8 o G9, idea que generó rechazo inmediato en países como Alemania y Francia.
Su postura provocó una fuerte tensión interna: abogó por sanciones menos duras a Rusia, crítica a la expulsión de Putin en 2014 e impuso nuevos aranceles a la UE y Canadá, mientras avanzaba en acuerdos bilaterales con Estados Unidos, Reino Unido y Japón.
Por su parte, Emmanuel Macron se concentró en reactivar una solución diplomática al conflicto Israel‑Irán. Celebró la propuesta de alto el fuego vinculada a Trump, aunque este último la desmintió públicamente.
Macron reiteró la importancia del consenso multilateral: durante un almuerzo sin Trump abordó con Alemania, Italia y Reino Unido la necesidad de un alto el fuego inmediato y la desescalada en toda la región.
Además, promovió que la cumbre alcanzara acuerdos sobre sanciones a Rusia, apoyo a Ucrania y una respuesta conjunta ante agresiones externas, aunque la postura de EE.UU. dificultó el consenso.
En materia económica, Trump y el primer ministro británico Keir Starmer anunciaron un acuerdo sobre tarifas, mientras que Macron y otros líderes insistieron en que EE.UU. levante los aranceles contra la UE y Canadá, lo que generó fricciones.
Trump abandonó la cumbre un día antes, citando la «crisis en Medio Oriente», lo que llevó a la cancelación de encuentros previstos con Zelenskiy, Sheinbaum y Albanese, y puso en duda los avances multilaterales.
Macron expresó que la salida prematura de Trump fue “positiva” para avanzar en la búsqueda de un alto al fuego, aunque reconoció que sin Estados Unidos será difícil sostener objetivos globales de cohesión.
Aun así, los líderes emitieron una declaración moderada en la que respaldaron el derecho de Israel a defenderse, declararon que Irán no debe tener arma nuclear, y exigieron la desescalada del conflicto.
El G7 también discutió temas como inteligencia artificial, seguridad energética y la creación de pactos económicos y arancelarios: el objetivo es impulsar acuerdos transformadores aunque la ausencia de Trump mantiene incierto cualquier avance.
La cumbre acogió líderes invitados como Modi, Zelenskiy, Sheinbaum, entre otros, para reforzar la cooperación en temas de energía, innovación tecnológica y cambio climático, especialmente en el contexto posterior al G7.
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La cumbre refleja una brecha creciente entre EE.UU. y sus aliados, con Trump impulsando una agenda autónoma y Macron intentando preservar el enfoque tradicional del G7: diplomacia diplomática, solidaridad económica y seguridad colectiva bajo un marco multilateral.