Desde el gobierno Trump anunciaron sanciones a las compañías petroleras rusas, Lukoil y Rosneft. El hecho se da junto con la cancelación del encuentro entre Putin y Trump en Budapest.
Desde el gobierno Trump anunciaron sanciones a las compañías petroleras rusas, Lukoil y Rosneft. El hecho se da junto con la cancelación del encuentro entre Putin y Trump en Budapest.
El 22 de octubre de 2025, la administración Trump anunció sanciones directas contra las compañías petroleras rusas Rosneft y Lukoil, las dos mayores del país, acusándolas de financiar la maquinaria de guerra del presidente ruso Vladimir Putin en su invasión a Ucrania.
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Esta medida representa un cambio significativo en la estrategia de Trump hacia Rusia, ya que durante buena parte de su segundo mandato se había mostrado reacio a imponer nuevas sanciones petroleras al Kremlin y priorizaba negociaciones o diplomacia directa.
Las sanciones incluyen el bloqueo de las compañías russas del sistema financiero estadounidense y prohibiciones de operar en dólares estadounidenses. En el comunicado del Tesoro se señaló que se alentaba a aliados de Estados Unidos a sumarse al esfuerzo.
Aun así, expertos advierten que el impacto real dependerá de cuán amplio sea el alcance: no se incluyeron inicialmente bancos clave ni compradores principales como China o India, lo que podría limitar su efecto.
La decisión diplomática se produjo también en un momento de tensión: Trump canceló una cumbre prevista con Putin en Hungría y justificó su decisión señalando que “no quería perder el tiempo” mientras no se veían avances hacia un acuerdo de paz.
Desde Rusia se manifestó, por medio del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, que no preveían “cambios fundamentales” en la política estadounidense hacia Moscú, sugiriendo que el Kremlin consideraba las sanciones un riesgo, pero no una sorpresa.
En paralelo, Trump ya había extendido sanciones anteriores que datan de administraciones previas contra Rusia, incluyendo medidas vinculadas a Crimea, Donetsk y Luhansk, renovando el estado de emergencia hasta 2026.
A pesar de esta ampliación, otros informes señalan que la aplicación en terreno de las sanciones estadounidenses contra evasión rusa había perdido ritmo bajo la administración Trump, según críticos europeos que advierten una menor colaboración estadounidense en esfuerzos conjuntos.
Geopolíticamente, la medida de octubre envía una señal hacia Europa y otros aliados de Estados Unidos de que Washington está dispuesto a endurecer su postura contra Rusia, alineándose con nuevas sanciones coordinadas desde la Unión Europea.
Por el lado del conflicto entre Rusia y Ucrania, Kiev recibió las sanciones como un avance significativo: limitar los ingresos petroleros del Kremlin puede debilitar la capacidad rusa para sostener su ofensiva, aunque advierten que se necesita continuidad y amplitud para que surtan efecto.
Para Trump políticamente, las sanciones funcionan como un instrumento de presión —y de marcado cambio de tono— hacia Rusia, aunque en público él mismo expresó su esperanza de que “no tengan que estar en vigencia por mucho tiempo”, mostrando que su meta sigue siendo una paz negociada.
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Las sanciones del 22 de octubre marcan un hito en la política exterior estadounidense —un viraje hacia la energía como blanco clave—; sin embargo, su éxito dependerá de su ampliación y ejecución, y Moscú aún tiene margen para adaptarse. El mundo observa si esta estrategia representa un endurecimiento real o un cambio más simbólico.