Las recientes elecciones hondureñas mantienen al país en un clima de incertidumbre, con Nasry Asfura y Salvador Nasralla enfrascados en un estrecho pulso que ha desencadenado denuncias de fraude, recuentos interrumpidos y acusaciones cruzadas
El 30 de noviembre de 2025 Honduras celebró elecciones generales para elegir presidente, así como diputados y alcaldes. Más de 6,5 millones de ciudadanos estaban convocados para definir el rumbo del país.
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Tras el cierre de las urnas, el conteo de votos se ha prolongado varios días, marcado por irregularidades, interrupciones en la transmisión de resultados y denuncias de posibles fraudes.
El aspirante del conservador Partido Nacional de Honduras (PN) es Nasry Asfura —exalcalde de Tegucigalpa—, quien ha encabezado el conteo parcial en varias etapas.
Su rival más cercano es Salvador Nasralla, del histórico Partido Liberal de Honduras, un presentador de televisión convertido en figura política, que ha promovido una plataforma de cambio y combate a la corrupción.
Con una parte importante de las actas contabilizadas, los resultados han mostrado un escenario de “empate técnico”: en un momento Asfura llevaba apenas 515 votos de ventaja.
Pero en posteriores conteos Asfura recuperó una ventaja más clara: cifras recientes lo ubicaron con alrededor del 40.2 % de los votos frente al 39.5 % de Nasralla.
Aunque el foco está en Asfura y Nasralla, una tercera figura importante es Rixi Moncada, del partido oficialista de izquierda LIBRE. Sin embargo, quedó en un lejano tercer lugar, con aproximadamente 19% de los votos.
Ese resultado marca un duro golpe a la izquierda en Honduras, luego de años de gobierno bajo LIBRE, y muestra una posible reconfiguración de la política hondureña hacia fuerzas conservadoras.
Las denuncias de fraude, “fallas técnicas” en la transmisión de datos y solicitudes de recuento especial han generado desconfianza entre la población. Las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) han pedido calma y paciencia, mientras manejan varias actas con inconsistencias.
Ese contexto de acusaciones y falta de claridad levanta temores sobre una repetición del tipo de crisis postelectoral que en 2017 derivó en violencia —algo que inquieta a observadores nacionales e internacionales.
Una variable de peso en estas elecciones ha sido el respaldo explícito de Donald Trump hacia Asfura. Trump no solo lo respaldó públicamente, sino que advirtió que Estados Unidos podría recortar ayuda al país si su candidato no ganaba.
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Ese respaldo externo ha polarizado aún más la campaña: para algunos representa una garantía de inversión y seguridad; para otros, una intromisión en la soberanía electoral de Honduras, generando malestar entre sectores que rechazan la influencia estadounidense en la región.