jueves, 23 de octubre de 2025

Dejar el pasado atrás”: la esperanza renace con la entrega de indemnizaciones en Santa Marta

Más de 1.000 víctimas del conflicto armado recibieron su indemnización judicial, en jornadas realizadas en Santa Marta y El Piñón, con una inversión que supera los $48.000 millones.

El pasado viernes, en el histórico barrio Pescaito de Santa Marta, y el sábado, en el municipio de El Piñón, cientos de víctimas del conflicto armado volvieron a creer en la esperanza gracias a la entrega de cartas de indemnización vía judicial, que corresponden a una medida de reparación ordenada en el marco de las sentencias de Justicia y Paz y financiada con recursos del Presupuesto General de la Nación.

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“Estamos llegando a los territorios para escuchar y responder. La reparación no puede quedarse en los escritorios de Bogotá, debe sentirse en los municipios, en los barrios, en cada familia. Ese es nuestro compromiso”, afirmó el director general de la Unidad para las Víctimas, Adith Rafael Romero Polanco, quien acompañó la jornada en El Piñón.

Estas jornadas contaron con el acompañamiento del director territorial del Magdalena, Álvaro Esmeral Gómez, quien destacó el impacto de las acciones en el departamento: “Cada entrega es una muestra del compromiso institucional y humano con las víctimas. No se trata solo de cifras, sino de devolver la confianza y la dignidad a quienes durante años han esperado ser escuchados y reparados”.

Ese compromiso se refleja en historias como la de una mujer de 58 años que viajó 3 horas desde el corregimiento de Guachaca, en la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta el barrio Pescaito en Santa Marta. Con su sombrero y una sonrisa tímida, recibió una carta que representa mucho más que una cifra: es, según sus palabras, “la oportunidad de dejar el pasado atrás y volver a empezar”.

Con la carta en sus manos, la mujer sueña en la posibilidad de reconstruir su proyecto de vida y sembrar de nuevo en la tierra que la vio nacer. “Esto me da fuerzas para seguir adelante, para no quedarme en el dolor”, dijo con voz serena. Y mientras el evento llegaba a su fin, guardó su carta en el bolso y, antes de regresar a su corregimiento, sonrió una vez más y expresó: “Ya puedo mirar hacia adelante.”

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Su historia resume el propósito de la reparación: reconstruir vidas, sanar memorias y seguir caminando con esperanza.

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