Estados Unidos hizo una propuesta de tregua entre Hamás e Israel. Israel la aceptó pero en paralelo amplió sus asentamientos en la Cisjordania Ocupada. Hamás rechazó las condiciones de la tregua.
Estados Unidos hizo una propuesta de tregua entre Hamás e Israel. Israel la aceptó pero en paralelo amplió sus asentamientos en la Cisjordania Ocupada. Hamás rechazó las condiciones de la tregua.
El Gobierno de Israel anunció la creación de 22 nuevos asentamientos en la Cisjordania Ocupada, una medida que marca el mayor crecimiento en esta zona desde los Acuerdos de Oslo de 1993. Esta decisión fue presentada por los ministerios de Defensa y Finanzas como parte de una estrategia para consolidar el control israelí sobre el territorio.
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La iniciativa ha sido duramente condenada por la Autoridad Nacional Palestina y por Hamás, mientras que varios países como Reino Unido, Francia y Canadá han advertido sobre posibles sanciones si se continúa con este plan de expansión territorial. También han expresado que la medida podría enterrar definitivamente la solución de dos Estados.
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, justificó la expansión señalando que se trata de una “recuperación de la herencia ancestral judía”, lo que ha sido visto por organizaciones internacionales como una narrativa destinada a legitimar una anexión progresiva del territorio palestino.
Grupos como Peace Now han denunciado que este anuncio forma parte de un plan más amplio de limpieza étnica, basado en el despojo territorial y la regularización de puestos de avanzada ilegales. Actualmente, existen más de 140 asentamientos oficiales y 200 no reconocidos, muchos de los cuales están siendo legalizados por el gobierno israelí.
Junto con la expansión de los asentamientos, Israel ha aprobado la construcción de 17.000 nuevas viviendas para colonos solo en 2025, superando ampliamente el récord de 12.000 en 2023. Esta política ha ido acompañada de un aumento en la demolición de hogares palestinos y una mayor presencia militar.
Mientras tanto, la situación en Gaza continúa deteriorándose. El 30 de mayo, fuerzas israelíes irrumpieron en el hospital Al-Awda, el último centro médico en funcionamiento en el norte de la Franja, y evacuaron a la fuerza a pacientes y personal médico. Esta acción fue duramente criticada por organizaciones humanitarias internacionales.
Ese mismo día, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) emitieron órdenes de evacuación para vastas áreas del norte de Gaza, ahora designadas como zonas de combate. Los bombardeos continúan, y el número de muertos ya supera los 54.000, en su mayoría mujeres y niños.
En este contexto, Estados Unidos propuso una nueva tregua temporal entre Israel y Hamás, que contaría con el apoyo del Gobierno israelí. La propuesta contempla un alto el fuego de 60 días, la liberación de 10 rehenes vivos, el retorno de 18 cuerpos, y la entrada controlada de ayuda humanitaria.
El plan fue presentado por el enviado especial Steve Witkoff y pretende ofrecer una vía para reducir las hostilidades, garantizar asistencia médica y abrir caminos hacia una solución diplomática más permanente. La administración Biden lo ha descrito como una “ventana de oportunidad para la paz”.
Sin embargo, Hamás rechazó la propuesta señalando que el documento no ofrece garantías sobre un alto el fuego definitivo ni plantea la retirada militar israelí de Gaza. También criticó que no se contempla el regreso rápido de todos los rehenes ni la reconstrucción de infraestructura destruida.
Este rechazo evidencia la profunda desconfianza entre las partes. El alto el fuego anterior, alcanzado en marzo, colapsó rápidamente tras nuevas operaciones militares israelíes, lo que ha debilitado la credibilidad de cualquier intento de mediación internacional.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha reiterado que las operaciones no se detendrán hasta lograr la “erradicación total de Hamás”, lo que ha sido interpretado por muchos como un bloqueo a cualquier salida negociada del conflicto. Netanyahu también enfrenta presiones internas de grupos ultranacionalistas.
Por otro lado, familias de rehenes israelíes han comenzado a manifestarse para exigir al Gobierno que dé prioridad a los acuerdos diplomáticos sobre la continuación de la guerra, pues temen que sus allegados sigan en peligro mientras se intensifican los ataques en Gaza.
Tanto la expansión de los asentamientos en Cisjordania como la negativa a una tregua sostenible han generado preocupación internacional. Naciones Unidas, la Unión Europea y países árabes han pedido una intervención coordinada para detener el deterioro humanitario y reactivar negociaciones de paz.
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La situación actual no solo amenaza con una crisis regional aún mayor, sino que refleja la incapacidad de los actores internacionales para frenar un conflicto cada vez más enconado, que sigue costando miles de vidas y dejando una estela de destrucción en los territorios ocupados.