lunes, 8 de diciembre de 2025

Las apuestas del poder: así se reconfiguran las cabezas de lista al Senado rumbo a 2026

Con miras a las elecciones legislativas de 2026, los partidos tradicionales y varias coaliciones emergentes ya definieron quiénes liderarán sus listas al Senado, decisiones que evidencian sus estrategias entre la renovación generacional, la continuidad de viejos liderazgos y la disputa por un electorado cada vez más crítico y fragmentado.

El panorama de los partidos tradicionales —junto con algunas coaliciones emergentes— ya está definido de cara a las elecciones de Congreso de 2026, y las decisiones sobre las cabezas de lista revelan estrategias claras sobre cómo quieren posicionarse ante el electorado.

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Por el lado del Partido Liberal, la nominación de Lidio García como cabeza de lista marca una apuesta de balance: proponen un nombre con experiencia legislativa y reconocimiento, al tiempo que intentan renovar su imagen con voces más mediáticas en los puestos medios.

La lista liberal, además de García, presenta en los primeros puestos a Fabio Amín y al exgobernador Richard Aguilar, y reserva casillas “simbólicas” y de visibilidad para nombres que pueden aportar diversidad generacional o reconocimiento público —como la hija del expresidente César Gaviria, María Paz Gaviria.

En el caso del Partido Conservador la designación de David Barguil como cabeza de lista al Senado refleja una renovación generacional: se busca proyectar al partido como abierto al cambio, pero sin perder su base tradicional.

Para el Partido de La U, la escogencia de Juan Felipe Lémus como cabeza de lista evidencia las tensiones internas entre facciones alineadas con el gobierno y aquellas en la órbita opositora. Esa división interna condicionará seguramente su campaña.

En la órbita del centro-derecha, el Centro Democrático apostó por Andrés Forero como cabeza de lista, buscando combinar renovación —con liderazgos más recientes— sin desvincularse de su tradicional núcleo histórico.

Por su parte, el Cambio Radical puso en el primer lugar a Carlos Fernando Motoa; esta decisión subraya la intención del partido de mantenerse competitivo al Senado, sosteniendo su cuota de poder y representación nacional.

Más allá de los partidos clásicos, coaliciones o agrupaciones emergentes también buscan protagonismo. Por ejemplo, la coalición de centro-izquierda conformada por Alianza Verde, En Marcha, Colombia Renaciente, ASI y el Partido Demócrata Colombiano eligió al exalcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón como cabeza de lista. Esa designación representa un intento de aglutinar sectores verdes, progresistas y de centro moderado en un bloque alternativo a los tradicionales “duopolios”.

La colectividad de izquierda dominante, Pacto Histórico, ratificó a Carolina Corcho como su cabeza de lista al Senado. Esto demuestra que, pese a los cambios y reacomodos que vive el panorama político, mantienen una continuidad orgánica que apela a su electorado tradicional.

Estas decisiones sobre quiénes encabezan las listas no son menores: implican la definición de quiénes podrían tener mayor visibilidad, recursos de campaña y posibilidades reales de alcanzar curul. En un contexto de alto cuestionamiento social a las élites políticas, los partidos tradicionales buscan mostrar que pueden renovarse sin perder control.

No obstante, ese mismo escenario plantea varios desafíos: la renovación generacional, la inclusión de voces distintas (jóvenes, mujeres, diversidad regional) y la capacidad de responder a un electorado desencantado con las maquinarias tradicionales.

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Finalmente, la configuración actual de las listas al Senado muestra que los partidos tradicionales —aunque ajustados por la competencia y las coaliciones— aún conservan estructuras internas fuertes y capacidad de definir sus cabezas de lista de forma relativamente ordenada. Eso les da una ventaja organizativa de cara a las elecciones, pero también los pone bajo escrutinio: sus decisiones serán evaluadas por un electorado cada vez más exigente con la representatividad real.

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