Comenzó el período presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez. Su posesión conllevó un buen conjunto de simbolismos además del hecho de permitir el acceso de la ciudadanía a la ceremonia. Inicia un período presidencial lleno de grandes expectativas por muchas personas de su electorado.
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Comenzó el período presidencial de Gustavo Petro y Francia Márquez. Su posesión conllevó un buen conjunto de simbolismos además del hecho de permitir el acceso de la ciudadanía a la ceremonia. Inicia un período presidencial lleno de grandes expectativas por muchas personas de su electorado.
La descentralización de la ceremonia
Las posesiones presidenciales normalmente no son algo que atraiga la atención de la ciudadanía. Un acto lleno de protocolos y centrado en la plaza de Bolívar, pasa sin pena ni gloria cada cuatro años.
En esta ocasión, no solo hubo un cambio de protagonistas, sino que deliberadamente se descentralizó el acto. Varias plazas y parques en Bogotá y en varias ciudades del país, albergaron muestras artísticas, pequeños carnavales y pantallas gigantes con la transmisión del evento.
Por tanto, la ciudadanía de cierta manera terminó siendo protagonista también de la posesión. Tanto por mucha de la parafernalia que trajo el público al evento, como por los cánticos y abucheos pronunciados dependiendo del momento de la ceremonia.
Un evento cargado de simbolismos
Adicionalmente a la nutrida presencia de personas en las plazas, la posesión tuvo distintos simbolismos a través de su desarrollo. Desde las vestimentas de los invitados, hasta el particular episodio de la espada de Simón Bolívar.
Invitadas e invitados de honor, recibían sombreros adornados con las mismas mariposas que identificaron las piezas gráficas del evento. Mariposas que rememoran las citadas por García Márquez en «Cien años de soledad», libro del cual Petro utilizó una cita para hablar de las segundas oportunidades que podría tener las estirpes, referiéndose a Colombia.
La vicepresidenta Francia Márquez, vistió un traje que homenajeaba a la mujer afrodescendiente del Pacífico colombiano. El vestido también utilizaba una recurso de color blanco representando el anhelo del pueblo colombiano. Como es su costumbre, lució unos aretes en forma de mapa, esta vez fue el territorio continental colombiano.
Francia Márquez, también indicó en su juramento que lo hacía ante sus ancestras y ancestros mostrando su respeto a las tradiciones de su grupo étnico. Adicionalmente cerró con la frase «hasta que la dignidad se haga costumbre», frase pronunciada dentro del marco de las distintas movilizaciones sociales de los últimos años.
Normalmente la banda presidencial es colocada por quien ostente el cargo presidencial del senado. El presidente del senado Roy Barreras, aunque tomó el juramento al presidente Gustavo Petro, pidió a María José Pizarro que fuese ella quien le colocáse la banda a Petro. Barreras la llamó «hija de la revolución», aludiendo al hecho de ser la hija de Carlos Pizarro, uno de los fundadores del movimiento guerrillero M-19, al cual perteneció Petro en el pasado.
La misma María José Pizarro, vistió una chaqueta con la imagen de su padre tejida y un mensaje que decía «que la lucha por la paz no nos cueste la vida». Carlos Pizarro fue asesinado en un avión el 26 de abril de 1990.
Del lado de Sofía Petro, hija del presidente electo, ella vistió un traje con el característico color violeta del feminismo, el cual tenía las inscripciones «justicia social» y «justicia climática». Parte de la blusa de Sofía fue tejido por la comunidad indígena kämentsá del Putumayo.
El incidente de la espada
La transición de mando presidencial normalmente ocurre tácitamente al momento de la toma de juramento y la imposición de la banda presidencial a la persona que fue elegida para el mayor cargo del poder ejecutivo colombiano.
Eso implica que luego que Gustavo Petro fue vestido con la banda presidencial, posterior a la toma de juramento, él comenzó a ser presidente de Colombia, e Iván Duque, ex presidente.
A pesar de esto, Duque se opuso a que la espada de Bolívar abandonara la casa de Nariño para ser exhibida en el acto de posesión. Siendo ya Petro, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, los militares de la casa militar no se negaron y llevaron la espada a la plaza de Bolívar.
La espada está fuertemente ligada al M-19, pues ese fue uno de sus actos más reconocidos. El grupo tuvo en sus manos la espada durante 17 años. Hasta que su líder del momento, Antonio Navarro Wolff la entregó luego del proceso de paz.
Analistas creen que la presencia de la espada tiene relación con el discurso de unión latinoamericano de Petro, similar al sueño bolivariano. También Petro ha hablado en otras ocasiones que la espada permanecerá desenvainada hasta que haya justicia.
Un frío encuentro, una amarga despedida
La posesión terminó con la entrada de la familia de Gustavo Petro a la casa de Nariño y la salida de la familia de Iván Duque del inmueble. El encuentro multifamiliar fue bastante frío, como los recientes encuentros protocolarios entre presidente saliente y presidente electo.
Duque además fue abucheado múltiples veces durante momentos previos y durante la posesión. La canción «Duque chao», una adaptación de la canción partisana «Bella chao», sonó en varias esquinas de la carrera séptima.
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