A pesar de las críticas, el presidente Gustavo Petro y su gabinete firmaron el decreto que convoca la consulta popular para validar la reforma laboral.
A pesar de las críticas, el presidente Gustavo Petro y su gabinete firmaron el decreto que convoca la consulta popular para validar la reforma laboral.
Con un ambiente político marcado por la polarización, se llevaron a cabo diversas acciones clave en la agenda del actual Gobierno: marchas en apoyo a las reformas, la votación en el Senado sobre la reforma laboral, y la firma del decreto que convoca a una consulta popular. Estos hechos se sucedieron en un contexto de tensiones políticas, sociales y de seguridad.
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Las marchas en respaldo al Gobierno se realizaron en varias ciudades principales del país, aunque con una menor concurrencia en comparación con movilizaciones previas. A pesar de la baja afluencia, el oficialismo insistió en que las marchas expresan un respaldo popular a las reformas propuestas.
Uno de los principales focos de movilización fue la ciudad de Cali, donde el presidente Gustavo Petro acompañó personalmente a los manifestantes. Su presencia en la capital del Valle del Cauca buscaba enviar un mensaje político de fuerza y cercanía con las bases sociales.
La jornada en Cali estuvo precedida por graves hechos de orden público, ya que el día anterior la ciudad fue blanco de varios ataques terroristas atribuidos a las disidencias de las FARC. Estos atentados agudizaron la preocupación por la seguridad en medio del debate sobre las reformas.
En paralelo a las movilizaciones, el Gobierno firmó el decreto que convoca oficialmente a la consulta popular, un paso significativo en su estrategia para respaldar las reformas ante posibles bloqueos institucionales. La firma del decreto se realizó antes de la votación en la plenaria del Senado, lo cual generó fuertes reacciones.
Varios congresistas de la oposición consideraron la firma como un acto imprudente y provocador, ya que anticipaba un resultado favorable sin esperar el curso formal del debate legislativo. La tensión fue evidente en las intervenciones durante la plenaria.
A pesar del ambiente caldeado, la votación final para avanzar con la reforma laboral fue favorable al Gobierno. Esto permitirá que el proyecto continúe su curso legislativo en la etapa de conciliación, donde se armonizarán los textos aprobados en la Cámara y en el Senado.
La reforma laboral contiene puntos aún controversiales, como lo relacionado con el pago por horas, la contratación de aprendices del SENA y los beneficios para trabajadores temporales. Estos temas podrían ser decisivos para la viabilidad del proyecto.
El Ejecutivo mantiene la expectativa de que una parte significativa de la reforma pueda ser aprobada. Sin embargo, si los resultados no cumplen con las expectativas del Gobierno, la consulta popular se convierte en el camino alterno para legitimar sus propuestas.
La posibilidad de realizar dicha consulta dependerá también de decisiones institucionales. Serán la Corte Constitucional y el Consejo de Estado quienes analicen la validez jurídica del decreto, así como la pertinencia del mecanismo en las circunstancias actuales.
Desde sectores opositores se ha calificado la convocatoria como un acto de autoritarismo e incluso se ha llegado a tildar de “dictatorial” la actitud del Ejecutivo. Argumentan que la firma anticipada del decreto erosiona el principio de separación de poderes.
Por otro lado, incluso algunos sectores afines al Gobierno han mostrado reservas, al considerar que la medida podría profundizar la polarización social y debilitar el consenso necesario para implementar reformas estructurales.
Para los promotores de la consulta, sin embargo, esta representa una forma legítima de ampliar la participación ciudadana y de superar bloqueos políticos en el Congreso, sobre todo en contextos donde no se cuenta con mayorías sólidas.
El presidente Petro, por su parte, ha insistido en que su Gobierno busca transformar el país con el respaldo directo del pueblo. La consulta sería, en ese sentido, un recurso de democracia directa, no un capricho ni una imposición.
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En los próximos días, será clave observar cómo avanza el proceso legislativo, cómo responde la institucionalidad a la firma del decreto, y si el país opta por el camino del consenso o por el de la confrontación política más aguda. El desenlace de esta secuencia de hechos tendrá implicaciones decisivas para el futuro inmediato del Gobierno y la estabilidad institucional del país.