Este jueves se conmemoran 23 años de la masacre de El Aro, perpetrada por grupos paramilitares entre el 22 de octubre y el 12 de noviembre de 1997. Allí fueron torturados y asesinados 15 campesinos, mientras que otros fueron forzados por días a arrear ganado robado.
El fotógrafo Jesús Abad Colorado fue de las primeras personas que llegó al lugar. Y lo encontrado fue más que desolador - Foto: Jesús Abad Colorado
El hecho ocurrió meses después de otra matanza: la de cuatro personas en el corregimiento de LaGranja, el 11 de junio de 2016, en medio de una caldeada situación de ordenpúblico y a pesar de las denuncias públicas que hizo el presidente del Comité de DerechosHumanos de Antioquia, JesúsMaríaValleJaramillo por el incremento de la violenciaparamilitar en la zona.
La condena de la CorteInteramericana de DerechosHumanos(CIDH) en 2006 correspondía a una serie de órdenes para atender a la población que todavía; algunas todavía están en veremos
Por ejemplo, ordenó dar tomar todas las acciones necesarias para garantizar el regreso de los habitantes a ElAro, que salieron desplazados por la masacre. Y si esto no fuere posible, dar condiciones de estabilidadsocial en algún otro lugar. Se trata de al menos 500 personas, pero hoy las familias de las víctimas se encuentran en Medellín, Puerto Valdivia, Yarumal, San Andrés de Cuerquia, pero no en El Aro. Allí solo regresaron unas pocas personas.
“Los hechos fueron terroríficos. Hay personas que, hoy en día no han regresado desde que pasó y ni piensan ni quieren ir porque las huellas y el dañopsicológico que dejó la masacre es impresionante”, dijo MaríaVictoriaFallón, del Grupo Interdisciplinario por los Derechos Humanos (GIDH), que lleva los procesosjudiciales por ambas masacres.
“Muchísimas mujeres fueron violadas. A la gente no le dejaban recoger sus muertos”, agregó.
Tampoco ha sido posible llegar a un acuerdo para poder realizar el acto de perdón que ordenó el organismo internacional. En un principio, antes de 2010, porque los familiares de las víctimas de El Aro y La Granja no deseaban recibirlo por falta de garantías y medidas. Luego, durante el gobierno de ÁlvaroUribe (indagado preliminarmente por los hechos) hubo desacuerdos porque de manera unilateral se hizo una placa conmemorativa por El Aro que no decía que las 15 víctimas habían sido asesinadas, sino que “habían muerto”.
Solo fue posible avanzar al respecto, durante el segundo gobierno Santos, con GuillermoRivera como interlocutor, para hacer una nueva placa y el acto público pero la situación de orden público lo impidió.
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