domingo, 19 de octubre de 2025

Masivas protestas del movimiento No Kings sacuden Estados Unidos y otras ciudades del mundo

Millones de personas marcharon este fin de semana en Estados Unidos y otras ciudades del mundo bajo el lema «No Kings», denunciando el autoritarismo del gobierno de Donald Trump y exigiendo límites al poder presidencial

Cientos de miles de personas salieron este fin de semana a las calles de Estados Unidos y otras ciudades del mundo convocadas por el movimiento No Kings, una organización civil que denuncia lo que considera una deriva autoritaria del gobierno del presidente Donald Trump en su segundo mandato. Las manifestaciones, que se realizaron en más de 2.600 puntos del país, se convirtieron en una de las mayores movilizaciones ciudadanas de los últimos años.

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El nombre No Kings (“Sin reyes”) refleja el principal mensaje del movimiento: rechazar cualquier intento de concentración excesiva del poder presidencial. Bajo consignas como “No thrones. No crowns. No kings.”, los organizadores aseguran que buscan defender la estructura republicana de Estados Unidos frente a lo que califican como una “tentación monárquica” del poder ejecutivo.

El movimiento surgió a comienzos de 2025, en medio de crecientes tensiones políticas por las decisiones del gobierno federal sobre seguridad interna, inmigración y control judicial. Sus primeros actos se registraron en febrero de ese año con la campaña “50501” —por “50 estados, 50 protestas, un movimiento”— que preparó el terreno para las marchas masivas del 14 de junio, cuando se estima que entre cuatro y seis millones de personas participaron en más de dos mil ciudades estadounidenses.

Entre las principales motivaciones del movimiento figuran el uso de tropas federales en tareas domésticas, las deportaciones masivas, el debilitamiento de la independencia judicial y los recortes a programas sociales. En sus comunicados, No Kings sostiene que el actual gobierno “ha desafiado a los tribunales, deportado ciudadanos, desaparecido personas en las calles y atacado los derechos civiles”.

Aunque su epicentro está en Estados Unidos, las protestas del 18 de octubre se replicaron en ciudades de Canadá, México, Reino Unido, Alemania y Australia. En países con monarquías constitucionales, los actos se adaptaron bajo el lema “No Dictators” o “No Tyrants”, en solidaridad con la movilización estadounidense y para enfatizar el rechazo al autoritarismo en general.

La jornada de junio ya había mostrado el alcance del movimiento, pero también sus riesgos. En esa ocasión se reportaron incidentes aislados, entre ellos automovilistas que embistieron a manifestantes en Texas y Florida. Para las protestas de octubre, los organizadores realizaron entrenamientos de desescalada y control no violento, y subrayaron la naturaleza pacífica de las marchas.

El detonante más reciente de la indignación fue la parada militar organizada por la Casa Blanca el pasado junio para conmemorar el 250.º aniversario del Ejército estadounidense. Para No Kings, ese evento simbolizó “la coronación de un poder presidencial sin límites”, una demostración que interpretaron como incompatible con los valores republicanos.

Desde el Partido Demócrata, varias figuras expresaron su respaldo a las movilizaciones. La vicepresidenta Kamala Harris calificó las marchas como “una expresión legítima de la defensa de la democracia”, mientras que el senador Bernie Sanders aseguró que el movimiento “representa la resistencia civil frente a la concentración del poder”. Otros líderes, como Hillary Clinton, destacaron la amplitud y diversidad del movimiento ciudadano.

El Partido Republicano, en cambio, respondió con críticas severas. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, tachó las protestas de “antiamericanas” y las vinculó a “grupos radicales”. En varios estados bajo control republicano, los gobernadores autorizaron el despliegue preventivo de la Guardia Nacional, aunque en la mayoría de los casos no se registraron enfrentamientos graves.

El movimiento también ha construido una identidad visual propia. Los manifestantes suelen vestir de amarillo —color adoptado como símbolo de resistencia pacífica— y portan pancartas con mensajes sobre la defensa de la Constitución y los derechos civiles. La estética unificada ha contribuido a dar cohesión a una red de miles de grupos locales que se coordinan principalmente a través de redes sociales y foros digitales.

A pesar de su magnitud, los efectos políticos inmediatos de No Kings aún son inciertos. Analistas señalan que la movilización podría presionar al Congreso a revisar los límites de los poderes presidenciales, pero también profundizar la polarización entre republicanos y demócratas en un año marcado por las tensiones institucionales.

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Más allá de su impacto inmediato, las protestas de No Kings reflejan un momento decisivo en la política estadounidense: una ciudadanía que busca reafirmar los principios republicanos frente a la figura de un líder cada vez más fuerte. Mientras tanto, el movimiento promete seguir activo “hasta que ningún presidente se crea un rey”.

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