A pesar de los fuertes aguaceros, Jazz Al Parque 2024 deleitó al público bogotano con una amplia mezcla de sonidos del mundo.
A pesar de los fuertes aguaceros, Jazz Al Parque 2024 deleitó al público bogotano con una amplia mezcla de sonidos del mundo.
El pasado fin de semana, el parque El Country fue el escenario de la vigésima séptima edición del Festival Jazz al Parque, un evento que reunió a 17.300 asistentes.
Organizado por el Instituto Distrital de las Artes (Idartes), el festival se ha consolidado como uno de los más esperados por los amantes del jazz en la capital colombiana. Durante los dos días de conciertos, los asistentes pudieron disfrutar de una fusión de culturas y sonidos que demostraron la versatilidad de este género musical.
La directora de Idartes, María Claudia Parias, destacó la importancia del festival para promover la inclusión y el intercambio cultural. Según Parias, festivales como Jazz al Parque transforman los espacios públicos de Bogotá en lugares de encuentro y convivencia, lo que enriquece el tejido social de la ciudad y fomenta un sentido de comunidad entre los asistentes.
Este evento no solo ofrece música de alta calidad, sino que también promueve la interacción social en un entorno accesible para todos.
Uno de los momentos más destacados del festival fue la participación de la cantante india Varijashree Venugopal, quien cautivó al público con su virtuosa interpretación. Venugopal fusionó el canto carnático tradicional de la India con el jazz, ofreciendo una experiencia musical única que dejó una profunda impresión en los asistentes. Su capacidad para improvisar y combinar estructuras melódicas complejas fue uno de los momentos más memorables del evento.
El toque energético del festival lo aportaron los NY Gypsy All Stars, una agrupación que mezcló sonidos balcánicos y gitanos con el jazz contemporáneo. Su actuación incluyó temas como “Happy Feet” y “Djobi Djoba”, que llenaron el escenario de energía y entusiasmo, demostrando cómo el jazz puede integrarse con otras tradiciones musicales de manera fluida y creativa.
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La presencia del arpista colombiano Edmar Castañeda, acompañado del armonicista suizo Grégoire Maret, fue otro de los grandes atractivos del festival. Juntos interpretaron canciones de su álbum Arpa Vs. Arpa, en las que el arpa llanera y la armónica tomaron protagonismo. Castañeda, quien también ha participado en la banda sonora de la película Encanto de Disney, ofreció una actuación que sorprendió por la innovación en el uso de estos instrumentos.
En cuanto a la escena local, ocho grupos distritales tuvieron la oportunidad de mostrar su talento en el festival, entre ellos el Harbey Urueña Quinteto, Cachicamo y el Juan Romero Cuarteto. Estos artistas bogotanos representaron a la ciudad con propuestas innovadoras y frescas, demostrando que el jazz en Colombia tiene un gran potencial y un futuro prometedor.
Una de las artistas locales más emocionadas fue Lalo Cortés, quien vio su participación en Jazz al Parque como el cumplimiento de un sueño. Después de su actuación, Cortés expresó su gratitud por haber tenido la oportunidad de tocar en un escenario que había admirado desde su adolescencia. Su historia es un ejemplo del impacto positivo que tiene este festival en la vida de los músicos locales.
A pesar del frío y la lluvia que acompañaron el festival, el espíritu de los asistentes no se vio afectado. Miles de personas se congregaron durante ambos días para disfrutar de un evento que una vez más demostró ser una plataforma cultural esencial. Jazz al Parque no solo promueve la diversidad musical, sino que también posiciona a Bogotá como una capital cultural de referencia en la región.
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Además de la música, el festival ofreció una serie de actividades complementarias. La Zona de Arte y Emprendimiento (ZAE), organizada en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Económico del Distrito, incluyó la participación de 25 emprendedores y permitió a los asistentes explorar y adquirir productos locales. Esta iniciativa generó ganancias significativas para los emprendedores y fomentó el apoyo a la economía creativa de Bogotá.
El festival también tuvo un componente académico y literario. Se distribuyeron gratuitamente 2.200 ejemplares de Libro al Viento y se realizaron actividades de lectura, escritura y oralidad en un picnic literario que atrajo a cientos de participantes. Este enfoque educativo permitió a los asistentes interactuar con los artistas y profundizar en su conocimiento sobre el jazz.