La muerte del líder estudiantil Sharif Osman Hadi desató masivas protestas en Dhaka y otras ciudades de Bangladesh, con bloqueos, disturbios y exigencias de justicia en medio de una tensa transición política.
La muerte del líder estudiantil Sharif Osman Hadi desató masivas protestas en Dhaka y otras ciudades de Bangladesh, con bloqueos, disturbios y exigencias de justicia en medio de una tensa transición política.

Las protestas en Dhaka y otras ciudades de Bangladesh estallaron tras confirmarse la muerte de Sharif Osman Hadi, un destacado líder estudiantil y portavoz del movimiento Inqilab Mancha, quien falleció en un hospital de Singapur tras ser herido de gravedad en un ataque con arma de fuego días antes.
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Hadi, de 32 años, había emergido como una figura central durante las protestas estudiantiles de 2024 que llevaron a la caída del gobierno de la ex primera ministra Sheikh Hasina y se preparaba para postularse como candidato independiente en las elecciones nacionales previstas para febrero de 2026.
La noticia de su muerte desencadenó inmediatamente una ola de indignación pública, con miles de manifestantes tomando las calles de Dhaka, especialmente en el área de Shahbagh, epicentro tradicional de movilizaciones estudiantiles, donde se combinan luto y exigencias de justicia.
Cientos de estudiantes de la Universidad de Dhaka bloquearon importantes intersecciones, levantaron barricadas y corearon consignas exigiendo la detención de los responsables del ataque que terminó con la vida de Hadi, al tiempo que clamaban por una investigación transparente.
La protesta no se limitó a Dhaka: manifestaciones y bloqueos de carreteras se reportaron en numerosas ciudades y localidades, incluidas Chattogram, Rajshahi, Sylhet, Brahmanbaria y Lakshmipur, reflejando la extensión del descontento social ante la violencia política.
En algunos distritos, los manifestantes realizaron funerales simbólicos y oraciones comunitarias por Hadi, mientras que en otros sectores se llevaron a cabo marchas que coreaban consignas contra lo que consideran interferencia externa y exigían rendición de cuentas.
La movilización también tomó un cariz violento en partes de Dhaka, donde grupos de manifestantes atacaron y prendieron fuego a las oficinas de importantes medios de comunicación, incluidos los periódicos Prothom Alo y The Daily Star, percibidos por algunos como alineados con actores políticos adversarios.
Estas acciones generaron especial preocupación internacional por la seguridad de la prensa y la libertad de expresión, ya que periodistas quedaron atrapados por las llamas y hubo necesidad de rescates por parte de fuerzas de seguridad.
La situación ha reavivado tensiones políticas más amplias en Bangladesh, en el contexto de la transición democrática tras la caída de Hasina y con el país en plena preparación electoral, mientras diversos grupos exigen cambios y justicia por Hadi.
El gobierno interino, liderado por Muhammad Yunus, declaró un día nacional de duelo y pidió calma a la población, además de anunciar una investigación sobre el asesinato, en un intento por contener la creciente ola de descontento social.
Paralelamente, sectores de la oposición y líderes estudiantiles han criticado la respuesta oficial, señalando deficiencias en la protección de activistas y demandando sanciones ejemplares contra los implicados en el asesinato, lo cual ha alimentado la persistencia de las protestas.
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La muerte de Hadi y las correspondientes protestas continuarán siendo un factor crítico en la política de Bangladesh durante las próximas semanas, con posibles impactos en el clima electoral, la cohesión social y las relaciones con países vecinos que observan con atención la evolución de los acontecimientos.