El pasado 22 de abril, la localidad de Pahalgam, en la región de Jammu y Cachemira administrada por India, fue escenario de un atentado terrorista que dejó al menos 26 muertos y más de 20 heridos.
El pasado 22 de abril, la localidad de Pahalgam, en la región de Jammu y Cachemira administrada por India, fue escenario de un atentado terrorista que dejó al menos 26 muertos y más de 20 heridos.
La masacre ocurrió en el valle de Baisaran, una zona turística de la India de difícil acceso, conocida por sus paisajes alpinos y rutas de senderismo. Cinco hombres armados, vestidos con uniformes de camuflaje y armados con fusiles AK-47 y carabinas M4, irrumpieron en el lugar y abrieron fuego contra los turistas.
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Los atacantes seleccionaron a sus víctimas basándose en su religión. Según testigos, exigieron a los presentes que recitaran el kalma, una declaración de fe islámica, y revisaron si estaban circuncidados para identificar a los musulmanes y perdonarlos, asegurándose de atacar a los no musulmanes. Algunos sobrevivientes relataron que los agresores les ordenaron transmitir el horror de la masacre al primer ministro Narendra Modi.
La organización Frente de Resistencia (TRF), considerada una rama del grupo terrorista paquistaní Lashkar-e-Taiba, reivindicó el ataque. Según informes, el motivo principal fue oponerse a los cambios demográficos en Cachemira, especialmente al asentamiento de no locales en la región. Las autoridades indias identificaron a Saifullah Kasuri, alias Khalid, un alto comandante de Lashkar-e-Taiba, como el presunto autor intelectual de la masacre.
Entre las víctimas se encontraban 23 ciudadanos de diversos estados de India, un residente local de Jammu y Cachemira, y dos turistas extranjeros provenientes de Nepal y los Emiratos Árabes Unidos. Entre los fallecidos se encontraban un oficial de la Marina india y un miembro del Buró de Inteligencia.
Tras el ataque, las fuerzas de seguridad indias lanzaron una operación conjunta de acordonamiento y búsqueda en la zona, con la participación del ejército, la policía local y helicópteros militares. Se impuso un bloqueo temporal en algunas partes de Pahalgam para facilitar la operación y garantizar la seguridad de los residentes y turistas.
La comunidad local desempeñó un papel crucial en la asistencia a las víctimas. Miembros de la asociación local de guías de ponis rescataron a 11 turistas heridos utilizando ponis y camillas improvisadas. Los servicios de emergencia llegaron al lugar tras recibir noticias del ataque, y los heridos más graves fueron trasladados en helicóptero a un hospital militar en Srinagar para recibir tratamiento.
El ataque provocó una condena generalizada tanto a nivel nacional como internacional. El primer ministro Narendra Modi interrumpió su visita a Arabia Saudita y prometió llevar a los responsables ante la justicia. El presidente Droupadi Murmu calificó el ataque como un «acto vil e inhumano», mientras que el vicepresidente Jagdeep Dhankhar lo describió como «reprensible». Líderes de la oposición también expresaron su indignación y solidaridad con las víctimas.
A nivel internacional, países como Estados Unidos, Reino Unido, China, Irán, Israel, Italia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bangladesh, Bután, Sri Lanka y la Unión Europea condenaron el atentado y expresaron sus condolencias a las familias de las víctimas. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Pakistán negó cualquier implicación en el ataque y condenó el terrorismo, aunque las autoridades indias sostienen que grupos terroristas con base en Pakistán están detrás del atentado.
Las relaciones diplomáticas entre India y Pakistán se deterioraron aún más tras el ataque. India revocó todos los visados de ciudadanos pakistaníes, ordenó su salida del país y advirtió a sus ciudadanos contra viajes a Pakistán. En respuesta, Pakistán tomó medidas similares, suspendiendo el comercio bilateral, cerrando su espacio aéreo a aerolíneas indias y anulando acuerdos bilaterales, incluido el Tratado de las Aguas del Indo.
La suspensión del Tratado de las Aguas del Indo, que regula el uso compartido de los ríos entre ambos países, tiene implicaciones significativas para la agricultura pakistaní. Pakistán advirtió que cualquier intento de desviar el caudal de los ríos sería considerado un acto de guerra, aumentando las tensiones entre las dos naciones nucleares.
El ataque también tuvo un impacto en el turismo en la región de Cachemira. Muchos turistas cancelaron sus viajes y abandonaron la zona, lo que llevó a Air India a aumentar el número de vuelos para facilitar la salida de los visitantes. Las autoridades locales y nacionales implementaron medidas de seguridad adicionales para restaurar la confianza en la región.
La Agencia Nacional de Investigación de India inició una investigación sobre el ataque, visitando el sitio y recopilando pruebas. La policía de Jammu y Cachemira publicó bocetos de tres sospechosos vinculados al ataque, identificados como Asif Fauji, Suleman Shah y Abu Talha, también conocidos por los alias Moosa, Yunus y Asif, respectivamente. Se cree que al menos dos de ellos son extranjeros y están vinculados a incidentes previos de militancia en la región de Poonch.
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El Frente de Resistencia, que se atribuyó la responsabilidad del ataque, fue fundado en 2019 tras la revocación del estatus especial de Cachemira por parte de India. Aunque el grupo afirma ser una organización de resistencia independiente, las autoridades indias lo consideran una rama de Lashkar-e-Taiba y Hizbul Mujahideen, grupos terroristas con base en Pakistán. El TRF ha citado el asentamiento de más de 85,000 no kashmiríes en la región como una de las principales razones de su oposición violenta.