El presidente Gustavo Petro exhibió nuevamente la espada de Bolívar, esta vez en medio de la movilización del día de las y los trabajadores. Pronunció también un discurso promoviendo la consulta popular.
El presidente Gustavo Petro exhibió nuevamente la espada de Bolívar, esta vez en medio de la movilización del día de las y los trabajadores. Pronunció también un discurso promoviendo la consulta popular.
“Quisiera tener una fortuna material que dar a cada colombiano. Pero no tengo nada. No tengo más que un corazón para amarlos y una espada para defenderlos”. Estas palabras las plasmó en una carta Simón Bolívar a su amigo José Rafael Revenga, entonces secretario de Relaciones Exteriores y Hacienda de la Gran Colombia. El texto es de 1827, pocos años antes de la muerte del Libertador, y fue revivido este Primero de Mayo por el presidente Gustavo Petro en la abarrotada plaza que lleva el nombre de quien selló la libertad de la República hace 200 años.
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El presidente leyó la cita ante decenas de miles de ciudadanos reunidos en este emblemático lugar, donde se concentran los tres grandes poderes públicos del país. Empuñó la espada del Libertador, entregándola simbólicamente al pueblo, y la blandió tras ponerse unos guantes blancos, siguiendo el protocolo de conservación de antigüedades.
Ese fue uno de los momentos cumbre del discurso con el que conmemoró, junto con trabajadoras, trabajadores, campesinas, campesinos e indígenas de Colombia, el Día Internacional del Trabajo. Con ese gesto simbólico respaldó la radicación del texto de consulta popular que impulsa su Gobierno para reivindicar los derechos laborales.
Es la segunda vez que la espada de Bolívar sale de la Casa de Nariño. Antes hizo un recorrido similar, tal como lo ordenó en su primer acto de Gobierno el día de su investidura, el 7 de agosto de 2022. En ese momento, lo hizo para sellar su promesa de trabajar en beneficio del pueblo colombiano.
La conmemoración había comenzado una hora antes, al filo del mediodía, cuando el mandatario desfiló con la espada del Libertador desde la Casa de Nariño, donde es custodiada las 24 horas por soldados del Batallón Guardia Presidencial.
El acero iba al interior de una urna de cristal, cargada por sus custodios, vestidos con uniformes de la época de la Independencia. El mandatario encabezó el desfile desde la entrada occidental del Palacio. Lucía un buzo rojo como símbolo del pueblo y su lucha. Iba acompañado por su hija menor, Antonella; la ministra de las Culturas, Yannai Kadamani Fonrodona; el ministro del Interior, Armando Benedetti; la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (DAPRE), Angie Rodríguez, y varios funcionarios y colaboradores cercanos.
Tras dos cuadras de recorrido por la carrera octava, cruzando el observatorio astronómico levantado por el médico, botánico y matemático José Celestino Mutis hace casi trescientos años, y el antiguo templo de Santa Clara, hoy convertido en museo, llegó ante el pueblo reunido, que lo recibió en medio de vítores, consignas y banderas ondeantes.
Ya en la tarima, ubicada en el costado occidental de la Plaza de Bolívar, el presidente recibió una bandera roja e inició su discurso afirmando que esa ha sido “la mayor movilización del pueblo en toda su historia”.
No exageraba. En 200 municipios del país se realizaron marchas multitudinarias, “algo que nunca había sucedido. Nadie puede negar que la voz del pueblo colombiano, el constituyente, está esperando ser escuchada en la consulta popular. Acá está congregada toda Colombia”, agregó el jefe de Estado.
Luego, señalando las toldas que cubrían el frente del Capitolio, expresó: “El Congreso hoy está rodeado de negro. Como si esa institución no hubiese sido constituida por el voto popular. Se esconden allá, entre la mortaja negra, y nos obligan a levantar la bandera de la libertad o muerte, la bandera del pueblo de Colombia hoy”, mientras ondeaba la enseña con tonalidades rojo, blanco y negro, conjugadas en medio de rombos que el Libertador Simón Bolívar concibió durante su paso por Haití para las repúblicas que aspiraba liberar.
La intervención del mandatario duró poco más de una hora. Leyó en voz alta varias de las preguntas que conforman la consulta popular, recibiendo un multitudinario coro de “¡Sí!” a todas, y remató sus palabras diciendo: “Nadie puede hoy negar que el pueblo de Colombia, el constituyente, exige que su voz se oiga en la consulta popular. ¡Nadie!”
Luego, con su comitiva y la espada al frente —resguardada en su urna y llevada a pulso por sus custodios— se dirigió al Capitolio a radicar la propuesta de consulta popular, que convoca al pueblo a pronunciarse sobre un cuestionario compuesto por 12 preguntas. El documento fue recibido por el secretario general del Congreso, Diego Alejandro González, a las 3:10 de la tarde.
El recorrido finalizó con una declaración: “Venimos con la espada, venimos con la Guardia del Ejército Libertador, venimos con el pueblo, pero venimos desarmados. No vendremos armados otra vez, pero el pueblo vendrá por su poder”.
Luego de las firmas protocolarias y los saludos de rigor, el mandatario de los colombianos le solicitó al Congreso de la República permitir que el pueblo se exprese.
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El multitudinario acto culminó con el regreso de la espada. Esta vez, su ingreso fue por la Plaza de Armas a la Casa de los Colombianos, donde permanecerá durante un mes, mientras el Congreso se pronuncia y, posteriormente, el pueblo, en masa, en las urnas, decide.