Con el impacto del calentamiento global en las temperaturas en Europa, los refugios climáticos vienen tomando fuerza y conviertiéndose en una necesidad.
Con el impacto del calentamiento global en las temperaturas en Europa, los refugios climáticos vienen tomando fuerza y conviertiéndose en una necesidad.
Los refugios climáticos se han convertido en una medida crucial de protección ciudadana. Estos espacios ofrecen alivio térmico, sombra y agua, fundamentales para las personas más vulnerables como mayores, niños, enfermos crónicos o quienes viven en viviendas sin aire acondicionado.
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Este verano de 2025 ha sido especialmente castigador en España, con temperaturas que superan los 36–38 °C en gran parte del interior y más de 40 °C en valles como Miño, Tajo, Guadiana y Guadalquivir. La AEMET ha extendido la alerta por calor extremo hasta al menos el 12 de agosto, con 16 comunidades afectadas.
En Barcelona, pionera en la implementación de esta estrategia, hay más de 400 refugios climáticos repartidos por la ciudad, con el objetivo de garantizar que ningún habitante tarde más de 10 minutos caminando en llegar a uno.
Estos espacios incluyen bibliotecas, centros culturales, museos, patios de escuelas e incluso piscinas públicas adaptadas como puntos de frescor urbano.
En Bilbao, se han habilitado 131 refugios interiores y exteriores, y se lanzó la iniciativa móvil SombraLagun, que informa a los ciudadanos sobre puntos frescos accesibles.
En Zaragoza, 55 espacios municipales están ya disponibles como refugios, y se han ofrecido tarifas reducidas en piscinas para facilitar el acceso al frescor.
En Murcia y Málaga, también se ha avanzado en esta infraestructura: Murcia habilitó 94 refugios con bibliotecas, centros culturales y jardines, mientras que Málaga cuenta con al menos 74 espacios listos para el verano.
No obstante, la oferta es muy desigual. Greenpeace denuncia que solo 16 de las 52 capitales de provincia disponen de una red pública de refugios climáticos. Madrid, Valencia y Sevilla están a la cola, con una cobertura insuficiente en proporción a su población.
En ciudades como Alicante o Castellón, la situación es crítica. Castellón, por ejemplo, solo cuenta con un refugio climático oficial, mientras en Alicante diversas organizaciones vecinales critican la falta de espacios protegidos accesibles.
El concepto de refugio climático engloba tanto espacios naturales como urbanos—parques, bibliotecas, centros sociales—con características como climatización, sombra, zonas de descanso y agua gratuita. Son vitales para reducir los riesgos de salud vinculados al calor extremo.
En la Sierra de Guadarrama, 14 municipios han instalado “corolas” vegetales y pérgolas pulverizadoras de agua, que reducen la temperatura ambiental entre 4 y 5 °C y mejoran la estética urbana, con fondos europeos Next Generation.
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Organizaciones como HelpAge abogan por refugios accesibles y bien equipados en barrios con población mayor o en situación vulnerable, pues el calor sin protección adecuada puede tener consecuencias letales.