La comunidad indígena del resguardo Inga de Aponte, ubicada en el municipio del Tablón de Gómez del departamento de Nariño y reconocida como sujeto de reparación colectiva por los impactos del conflicto armado, ha comenzado a exportar café de alta calidad, impulsados por un proyecto piloto liderado por la Unidad para las Víctimas, en articulación con la Federación Nacional de Cafeteros y aliados internacionales.
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El proyecto hace parte de un convenio interadministrativo firmado entre la Unidad para las Víctimas y el resguardo indígena, en el cual se invirtieron más de $410 millones de pesos para avanzar en cuatro componentes clave del Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC) que comprenden: fortalecimiento de la producción cafetera, incluyendo la entrega de maquinaria especializada, la creación de un laboratorio de cata, y un plan de formación técnica en cultivo y comercialización del grano.
El gobernador indígena de Inga de Aponte, Hernando Santacruz, agradeció el respaldo del Gobierno Nacional y explicó los componentes de este convenio que hoy empieza a dar frutos con la venta de 5 mil kilos a un cliente internacional:
“Es un convenio firmado por 410 millones de pesos, entre la Unidad para las Víctimas y el resguardo Inga de Aponte y está compuesto por la instalación de 9 parques para nuestros niños, el segundo, es la emisora para poder informar todos los procesos del territorio, lo tercero, son las mingas que se desarrollan en el marco de la olla comunitaria y lo cuarto, es el apoyo de una maquinaria para tostión del café y como indígenas le agradecemos inmensamente a la Unidad para las Víctimas”, explicó el líder Inga.
Por su parte, Alfonso Pardo, delegado de la startup española EthicHub, cliente internacional que ha comprado más de 5 mil kilos de café al resguardo, resaltó el valor agregado de tener como proveedores a los miembros de esta comunidad: “sabemos que detrás del café hay un gran impacto socioeconómico y medioambiental, de hecho, si fuese un café de muy buena calidad pero no tiene ese impacto, no nos interesa, pero lo sorprendente es que después de realizar diferentes catas de los lotes que ya hemos comprado, hemos verificado muy positivamente la calidad del producto.”
Por su parte, Kelvin Polo, del Grupo de Emprendimientos de la Unidad para las Víctimas, precisó cuáles fueron los cimientos de este proceso que hoy marca un hito con la exportación del producto: “quisimos enmarcar este proceso dentro de un proyecto piloto que llevara a otro nivel los procesos de reparación colectiva, razón por la cual, además de la dotación de equipos, hicimos un trabajo de acompañamiento de asistencia técnica para capacitar a la población en su estructura organizacional y comercial, dentro de la cual se generó una figura de Cabildo Menor de Economía, que es la administradora de este proyecto productivo y ha permitido cohesionar a la comunidad para ofrecer un producto de alta calidad.”
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Este proyecto piloto fue desarrollado mediante los principios de autonomía de las comunidades étnicas, y representa un ejemplo concreto de cómo la reparación colectiva puede generar oportunidades económicas sostenibles, visibilidad internacional y empoderamiento cultural para los pueblos indígenas.