domingo, 19 de octubre de 2025

Trump acusó al presidente Petro de ser un traficante ilegal de drogas

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desató una nueva crisis diplomática al acusar a su homólogo colombiano, Gustavo Petro, de ser un “traficante ilegal de drogas” y anunciar la suspensión de la ayuda de Washington a Bogotá, en medio de crecientes tensiones por una operación militar estadounidense en aguas colombianas.

El domingo 19 de octubre de 2025, Trump acusó públicamente a Petro de ser un “traficante ilegal de drogas” y anunció que Estados Unidos suspenderá la ayuda bilateral al país sudamericano. Asimismo, afirmó que el país “hace nada por detener” la producción de drogas a pesar de los subsidios que recibe desde Washington.

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Esta ofensiva verbal se produce en el contexto del hundimiento de un submarino que según Estados Unidos iba cargado con drogas. Al ataque sobrevivieron un colombiano y un ecuatoriano que fueron repatriados a sus países de origen. Trump defendió la operación, afirmando que se trataba de un bote vinculado al narcotráfico, responsable de transportar fentanilo.

En paralelo, Trump incluyó a Colombia en una lista de países que “no cumplen demostrablemente” con sus obligaciones internacionales contra el narcotráfico, decisión que podría implicar la reducción o eliminación de fondos de asistencia de Estados Unidos hacia Bogotá.

El corte de ayuda y la acusación directa a Petro marcan un giro significativo en la política exterior estadounidense hacia Colombia, tradicional aliado estratégico en América Latina. Hasta ahora, Colombia había sido beneficiaria de importantes programas de colaboración en seguridad y antidrogas. Con la medida de Trump, esas relaciones se tensan.

Para Trump, la narrativa es clara: si Petro no actúa para cerrar los “campos de drogas” —en su expresión—, Washington lo hará por él, “y no será hecho de forma gentil”. Este lenguaje beligerante incrementa la presión diplomática sobre Colombia, presentando al gobierno colombiano ante una encrucijada de soberanía y dependencia.

La reacción en Bogotá no se hizo esperar: funcionarios del gobierno colombiano señalaron que esas acusaciones carecen de fundamentos públicos detallados, y que Colombia sí ha cooperado en materia de drogas, aunque reconoce que el reto es complejo. Esta tensión pone sobre la mesa la necesidad de definir con claridad evidencias y responsabilidades en materia de narcotráfico.

Desde la Cancillería colombiana indicaron que «estas acusaciones constituyen un acto de la mayor gravedad y van en contra de la dignidad del Presidente de los colombianos, quien ha liderado y combatido de manera incansable el narcotráfico en nuestro país, logrando, en sus años de gobierno, las mayores incautaciones de drogas ilícitas jamás logradas en la historia reciente, además de impulsar una lucha orientada a erradicar de manera integral el flagelo de la droga en toda la región».

Añadiendo que: «La comunicación referida contiene una amenaza directa a la soberanía nacional al plantear una intervención ilegal en territorio colombiano, un país que ha sido históricamente un aliado valioso en la lucha contra las drogas en la región y en el mundo. Dichos planteamientos transgreden todas las normas del Derecho Internacional y la diplomacia, y en especial los tratados internacionales que protegen la soberanía, la independencia y la autodeterminación de los países.»

Por un lado, la decisión de Trump de aplicar sanciones y suspender la cooperación financiera representa un instrumento de presión que puede tener impacto real: Colombia enfrenta retos internos en seguridad, financiación de sus fuerzas y continuidad de programas. Estas medidas podrían debilitar su capacidad de respuesta ante el narcotráfico.

Por otro lado, desde el punto de vista político interno en Estados Unidos, Trump busca reafirmar una imagen de dureza contra el narcotráfico latinoamericano, usando a Colombia como ejemplo visible. Esto puede tener varias motivaciones: electorales, estratégicas y de política exterior.

Las declaraciones también llegan un día después de las multitudinarias manifestaciones del movimiento «No Kings» que llenaron las calles de más de dos mil ciudades en el país del norte.

En Bogotá, la estrategia de Petro puede pasar por mostrar independencia frente a Washington, reforzar alianzas alternativas (por ejemplo con países del Sur global) y apelar al orgullo nacionalista ante lo que se percibe como una injerencia externa. Esto podría acercarlo más a posiciones de diplomacia menos dependiente de Estados Unidos

Sin embargo, el posible aislamiento o la disminución de la cooperación estadounidense también conlleva riesgos: menos apoyo militar, técnico y financiero, lo que podría afectar la lucha antidrogas en Colombia y crear vacíos de poder que grupos ilícitos podrían explotar.

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Estos recortes aunque criticados por la oposición colombiana, contrastan con otros temas diplomáticos manejados beligerantemente por Trump. De un lado, el condicionamiento de la ayuda a la Argentina de Javier Milei, si y solo si su partido gana las elecciones de medio término. Y la amenaza de retiro de visas a funcionarios panameños a causa de que el gobierno del istmo no ha roto totalmente sus relaciones con China sobre los temas del Canal de Panamá, que Trump afirma que es estadounidense.

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