En concreto, el Congreso aspira a visibilizar la violencia vicaria como un grave tipo de violencia hacia la mujer en el país.
En concreto, el Congreso aspira a visibilizar la violencia vicaria como un grave tipo de violencia hacia la mujer en el país.
Ha pasado casi un mes desde el veinte de febrero. Ese día, en una sesión de la Comisión Primera de la Cámara de Representantes, un proyecto de ley para reconocer la violencia vicaria hacia la mujer completó su primer paso antes de convertirse en norma.
Se trata de un texto que fue radicado en mayo del año pasado por la representante a la Cámara del Pacto Histórico Alexandra Vásquez. La iniciativa ha logrado un respaldo multipartidista que conserva tanto optimismo como sus principales promotoras.
El proyecto fue presentado ante el Capitolio con firmas que incluyen a miembros de Cambio Radical, y la ponencia positiva, aprobada finalmente hace más de tres semanas, fue hecha por la representante del Partido Conservador Delcy Isaza.
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En la sesión de la Comisión, tanto Delcy como Alexandra y la presidencia del órgano legislativo les agradecieron a las víctimas que no solo participaron en la creación del articulado, sino que lo impulsaron para que ahora esté más cerca de ser una ley, pues la siguiente etapa es la Plenaria.
La idea de la eventual ley es que se modifiquen dos normas que en 2008 y 2021 establecieron pautas para que las autoridades se fijen en distintos escenarios de violencia en contra de la mujer y, a su vez, las Comisarías de Familia dirijan mejor sus medidas de protección para las víctimas
En concreto, el Congreso aspira a visibilizar la violencia vicaria, que la Corte Constitucional, en una sentencia de tutela del año pasado, definió como: “Cualquier acción u omisión que genere daño físico, psicológico, emocional, sexual, patrimonial o de cualquier índole a familiares, dependientes o personas afectivamente significativas para la mujer con el objetivo de causarle daño”.
Es decir, “Se trata de una violencia indirecta que tiene como fin afligir a una persona instrumentalizando a un tercero, especialmente a un niño”, y es tan grave “que se ha convertido en la antesala de un feminicidio.”.
Por eso, la iniciativa legislativa busca que las instituciones comprendan que abordar la instrumentalización de los hijos por parte de un padre o una expareja de una mujer es una forma de machismo y, por lo tanto, de violencia de género.
En ese sentido, se espera que el Dane elabore un registro, que se imparta pedagogía al respecto en instituciones estatales y que el 11 de mayo pueda conmemorarse como un día contra la violencia vicaria, a favor de las víctimas y en protección de todas las madres.
Tatiana Nevo es una de las precursoras del proyecto. ha sido colaboradora de agencias como EFE y AFP y, recientemente, ha participado en mesas técnicas que aportan seguridad jurídica al proyecto, el 052 de 2023 de la Cámara. Ha sido fotoperiodista, investigadora, emprendedora y, con mucho orgullo, también mamá de un pequeño llamado Ahuvi.
Su intención de una norma contra la violencia vicaria nació tras su propia historia. Su papel de madre estuvo cruelmente en tela de juicio el año pasado, cuando, luego de un complejo historial de violencia física y psicológica, decidió separarse de su expareja.
“Cuando yo le pedí la separación al papá de mi niño, empezó a hacer muchas cosas en venganza hacia mí. Una de esas fue coger al niño y llevarlo ilegalmente de Bogotá a Leticia”, le cuenta Tatiana a Colprensa. Eso ocurrió en febrero de 2022, y desde entonces Ahuvi permaneció irregularmente ocho meses con su captor.
La mujer narra: “Me dijo que venía a visitar al niño y llevarlo a montar caballo. Se fue con él, quedó de traérmelo en la noche, desapareció y apagó el celular. A los cinco días me envió un correo diciéndome que estaba con el niño en Leticia, ‘donde debía estar’”.
Lo que siguió fue un revictimizante proceso legal que tuvo que zanjar la Corte Suprema de Justicia, luego de una tutela, con una sentencia de la Sala Civil del 15 de febrero del 2023.
El alto tribunal reconoció que las instancias en las que Tatiana participó, principalmente el juez promiscuo de familia de Leticia no aplicó enfoque de género para evaluar las pruebas que debían presentarse al decidir quién se quedaba con la custodia de Ahuvi, el pequeño a quien Tatiana aún llama “mi bebito”.
La Corte señaló, confirmando una providencia del Tribunal Superior de Cundinamarca, que el juez de familia no hizo nada frente a interrogatorios no ponderados, señalamientos estigmatizantes sobre la salud mental de Tatiana y otras valoraciones que partían de un largo ciclo de violencia dentro de su hogar, del que ella decidió huir.
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“Arbitrariamente, un juez de familia, el único juez de familia que tiene Leticia, le dio la custodia sin siquiera haber audiencias ni nada”, dice Tatiana, quien expresa que ha tenido que mudarse tres veces entre ciudades por, alega, seguimientos de su exmarido, aparentemente molesto por no haberse quedado con el menor.
Para Tatiana, la aprobación del proyecto de ley sobre violencia vicaria, que anhela que en un futuro se conozca como ley vicaria, es un paso fundamental en el protagonismo que requiere la atención a distintas formas de violencia de género, como la que vivió, que instrumentalizan a hijos o a personas cercanas para hacer daño a las mujeres.
Con la potencial norma, dice, “tenemos que empezar a prevenir” las diversas formas de agresiones, que pueden llegar a “una deshumanización de nosotras, las mujeres”. Su deseo es que la unidad parcial que el proyecto ha logrado hasta ahora “se mantenga” en Plenaria y, luego, en el Senado.
“Necesitamos visibilizarlo más, para que siga teniendo la trayectoria que queremos”, asevera quien es una de las que ha generado mayor incidencia para el avance de la propuesta. Entretanto, aún cuida a su hijo y el Congreso, por su parte, espera tratar la idea en una próxima sesión del pleno de la Cámara.
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