En medio de las tensiones geopolíticas mundiales, India e Irán hicieron parte de los ejercicios militares Zapad-2025 que realizan Rusia y Bielorrusia.
En medio de las tensiones geopolíticas mundiales, India e Irán hicieron parte de los ejercicios militares Zapad-2025 que realizan Rusia y Bielorrusia.
India e Irán se sumaron por primera vez a los ejercicios militares Zapad-2025, liderados por Rusia y Bielorrusia. Se estima que el despliegue total supera los 100.000 efectivos, incluyendo tropas de múltiples países.
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En el caso de India, se informó que desplegó una pequeña unidad (unos 65 integrantes del Regimiento Kumaon) al campo de entrenamiento en Mulino, lejos de las fronteras de la OTAN. Su participación fue justificada como parte de su política de cooperación militar creciente con Moscú.
Estos ejercicios Zapad-2025 incluyen maniobras de alto perfil: simulaciones con misiles balísticos y hipersónicos, operaciones aéreas extensas, ejercicios navales en el Báltico y el mar de Barents, y prácticas de defensa costera con drones y blindados.
La participación de India en estos ejercicios marca una señal clara en el contexto global de creciente multipolaridad: el país se mantiene firme en equilibrar su relación con Occidente —especialmente EE.UU.— sin romper su tradición de no alineamiento total.
Esto también refuerza una estrategia rusa de ampliar su red de asociaciones militares más allá de sus fronteras tradicionales, atrayendo a naciones de Asia y Medio Oriente que, como India, buscan autonomía estratégica y diversificación de sus aliados.
Desde Estados Unidos, se ha observado con preocupación la participación india en estos ejercicios Zapad, dado que Moscú presenta estos ejercicios como respuesta a amenazas de la OTAN. EE.UU. interpreta esta cooperación como parte de una dinámica de desafío geopolítico. (Aunque no he hallado una declaración oficial específica de EE.UU. sobre India y Zapad-2025 en las fuentes revisadas).
La reacción norteamericana puede combinar diplomacia con presiones selectivas: incremento en alertas de seguridad, fortalecimiento de alianzas con otros países de la región Indo-Pacífica, y posible revisión de acuerdos militares con India, dependiendo de la percepción de que Nueva Delhi se acerca demasiado a Moscú. (Esto es una inferencia basada en comportamiento pasado; fuentes señalan preocupación pero no medidas concretas).
Para India, país con más de 1.400 millones de habitantes, su participación tiene importancia simbólica y práctica: muestra a su población y al mundo que mantiene una capacidad de decisión autónoma en política exterior, no pura subordinación ni alineamiento automático ni con Occidente ni con Rusia.
Además, India demanda que sus ejercicios militares, cooperación y compras de tecnología no trasladen riesgos de sanciones o rupturas diplomáticas graves, pues tiene intereses en mantener inversiones, comercio y apoyo extranjero, lo que exige diplomacia cuidadosa.
Los escenarios multipolares se fortalecen si más países medianos o grandes participan activamente en maniobras multilaterales fuera de bloques tradicionales. India, con su tamaño demográfico, económico y militar, tiene un rol clave en ese dibujo global, especialmente como contrapeso a influencias de EE.UU., China o Rusia.
En particular, la presencia de India en Zapad-2025 puede usarse como argumento diplomático por Rusia para legitimar sus ejercicios frente a la OTAN, y como mensaje para mostrar que no está aislado internacionalmente. Para India también implica demostrar que su política de cooperación militar no es unipolar y tiene ramificaciones políticas internas y externas.
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Finalmente, aunque la participación india no parece ser de gran escala militarmente comparada con los contingentes rusos o bielorrusos, su importancia radica en lo simbólico y estratégico: refuerza la idea de que la post-Guerra Fría ya no se trata únicamente de bloques rígidos, sino de alianzas flexibles, pragmáticas y multipolares, donde países grandes —como India— definen equilibrios nuevos.