A nivel doméstico, varios países de todo el mundo lo usan para controlar a la población civil durante protestas y disturbios.
A nivel doméstico, varios países de todo el mundo lo usan para controlar a la población civil durante protestas y disturbios.
Mucho se ha hablado del uso de los gases lacrimógenos por parte de la Fuerza Pública, en especial del Esmad, durante las protestas que se han llevado a cabo en el país durante el 2021. Incluso se habla de su uso excesivo no solamente contra los manifestantes, sino contra la población civil.
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Y es que desde los inicios del estallido social, por allá en el mes de abril, son muchas las quejas que se han visto por el uso desmedido de este material. Muchas de esas quejas vienen de la población civil, quienes manifiestan que pese a no estar en la confrontación, se ven envueltos de manera directa o indirecta con este tipo de agentes químicos.
El compuesto químico en la mayoría de las bombas de gas lacrimógeno usadas es el clorobenzilideno malononitrilo, también conocido como CS en honor a los científicos estadounidenses que lo descubrieron, Ben Corson y Roger Stoughton. Y los efectos comienzan entre 20 o 30 segundos después de su exposición.
Los efectos de estos gases son irritación en los ojos, nariz, la boca, la piel y las vías respiratorias. Incluso un estudio de la revista Annals of the New York Academy of Sciences, Cragi Rothenberg y su equipo exponen en detalle cómo el gas afecta a cada parte del cuerpo.
“Una gran exposición al gas lacrimógeno, por concentración o cercanía, puede causar vómitos, diarrea, quemaduras en la piel y daños oculares graves, como edema estromal de la córnea o un desgarro conjuntival, entre otros males”, según lo expuesto en el estudio por Rothenberg.
También se han registrado casos donde manifestantes y civiles han perdido la vida a causa de las heridas graves por disparos directos al cuerpo.
Efectos a largo plazo
Si bien no existen estudios confiables y grandes con respecto a esto, se sabe de casos donde las personas que estuvieron expuestas al uso prolongado del gas lacrimógeno mantuvieron síntomas como la tos persistente, el dolor en el pecho, las dificultades para respirar o la secreción nasal y continuaron en algunos casos durante varias semanas después de la exposición.
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“Los efectos respiratorios también se observaron en los residentes de las zonas donde se usó el lacrimógeno, lo cual sugiere que los agentes del gas representan un peligro para la salud y el ambiente», según la evaluación de Rothenberg.
Por ahora su uso seguirá siendo tema controversial y en las calles se seguirá viendo el humo blanco de los gases lacrimógenos y sus efectos.
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