En los últimos días un nuevo escándalo rodea al gobierno del presidente Gustavo Petro, esta vez de la mano de su esposa, Verónica Alcocer.
En los últimos días un nuevo escándalo rodea al gobierno del presidente Gustavo Petro, esta vez de la mano de su esposa, Verónica Alcocer.
Verónica Alcocer pasó de ser una de las figuras más icónicas desde la posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia, a estar en los últimos días en boca del todo el país por una serie de investigaciones que muestran el supuesto séquito que la rodea desde que asumió como primera dama de la nación.
Su visibilidad contrasta con la de otras primeras damas que la precedieron. Y todo por sus extravagancias, sus controversias que no le han permitido pasar desapercibida. Su influencia política no ha sido menos que la de su esposo Gustavo Petro, pero la que muchos consideran obsoleta.
Alcocer se ha convertido en una constante en los diferentes eventos presidenciales, incluso ha realizado visitas oficiales en representación del país, todo esto ha llevado a que desde varios sectores políticos y de la sociedad se cuestionen su papel dentro del actual gobierno.
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Sin funciones claramente definidas, el papel de la primera dama corresponde más bien a los usos y prácticas del mandatario de turno. No es una figura como un funcionario público, no tiene presupuesto definido ni puede ser citada a debates de control político. Pero suele manejar alguna que otra Consejería.
Con todo esto en la mira, los gastos de Verónica Alcocer se han convertido en foco de controversia luego de que el portal La Silla Vacía diera a conocer una investigación donde señalan que desde su llegada al a Casa de Nariño tiene en su poder un séquito que le ha costado al país más de mil millones de pesos (alrededor de 250.000 dólares).
La comitiva que acompaña a Alcocer en sus viajes incluye a su mejor amiga, un fotógrafo, un maquillador personal y una vestuarista, o asesora personal, todos estos contratados por tres entidades públicas y con sueldos que muchas veces superan el de un ministro.
Todo esto contrasta con la narrativa del presidente Gustavo Petro, quien constantemente en sus discursos habla de austeridad, pero que al parecer no aplica para su esposa. Esta controversia alrededor de la primera dama nuevamente a abierto el debate sobre la necesidad de la figura de la primera dama en Colombia.
Las críticas contra Alcocer y el gobierno no se han hecho esperar, y no solamente desde la derecha, sino también desde las propias toldas de los partidos de gobierno.
“Nadie nos dijo que el ‘cambio’ en Colombia vendría con nuestra propia versión de María Antonieta: abusos, derroche, influencias políticas indebidas y favorecimiento descarado a los amigos”, dijo la representante Catherine Juvinao, del partido progresista Alianza Verde.
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“Los títulos en democracia son un legado obsoleto cuando está ligado a la persona y no a la función, ni mucho menos a la responsabilidad”, se reafirmó por su parte el representante David Racero, del oficialista Pacto Histórico.
Pero a las críticas de una parte se suma el vacío jurídico que existe en el país sobre cuáles son las responsabilidades de la primera dama de la nación. Mientras a unas les gusta el anonimato, a otras, como el caso de Alcocer, les gusta el protagonismo.
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