El 28 de septiembre, Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro, es ante todo una fecha para reivindicar la autonomía reproductiva de las mujeres y personas gestantes. Se trata de recordar que decidir sobre el propio cuerpo no es un privilegio, sino un derecho fundamental.
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Desde su creación en 1990 por movimientos feministas latinoamericanos, esta jornada ha buscado visibilizar que el control de la reproducción ha estado históricamente en manos de Estados, iglesias y sistemas de poder que han negado la libertad de elección.
En Colombia, la despenalización del aborto hasta la semana 24 en 2022 representó un triunfo jurídico enorme, pero también un hito en la afirmación de la autonomía reproductiva. Significó reconocer que cada persona puede decidir si quiere o no continuar con un embarazo, sin que su vida quede supeditada a condicionamientos externos.
Sin embargo, en la práctica este derecho enfrenta múltiples barreras. Muchas mujeres siguen encontrando médicos que se amparan en la objeción de conciencia, instituciones que dilatan los procedimientos y sistemas de salud que confunden o desinforman. Todo ello limita el ejercicio real de la autonomía conquistada.
En zonas rurales, la situación es aún más difícil. Allí la falta de personal médico capacitado, las distancias hasta centros hospitalarios y los prejuicios sociales restringen severamente las posibilidades de decidir. La autonomía reproductiva, en consecuencia, se vuelve un privilegio urbano y de clase.
A estas trabas se suma la presión cultural. Muchas mujeres que deciden interrumpir un embarazo enfrentan estigmas y juicios morales de sus familias o comunidades. Así, la autonomía se convierte en un acto de resistencia frente a un entorno que intenta controlar las decisiones más íntimas.
Por eso el movimiento feminista insiste en que la movilización del 28 de septiembre sigue siendo crucial. Marchar es exigir que el derecho reconocido por la Corte Constitucional se traduzca en un acceso pleno, libre de trabas y sin juicios, donde la autonomía reproductiva no dependa del lugar de residencia ni del nivel socioeconómico.
Desde esta perspectiva, el aborto no es solo un procedimiento médico, sino una expresión de libertad. La capacidad de decidir cuándo, cómo y si se quiere ser madre es esencial para construir un proyecto de vida digno y autónomo.
En respuesta a quienes culpan al aborto por la baja natalidad, el feminismo afirma con claridad: la autonomía reproductiva no puede subordinarse a los intereses demográficos o económicos de un país. Ninguna mujer debe ser obligada a gestar en nombre de la patria o de la productividad.
Además, recuerdan que la disminución de nacimientos no es consecuencia del aborto, sino de factores estructurales como la precariedad laboral, la falta de políticas de cuidado, la crisis habitacional y la desigualdad de género. Defender la autonomía significa también exigir mejores condiciones de vida para quienes sí desean maternar.
En ese sentido, la autonomía reproductiva no se reduce a elegir interrumpir un embarazo, sino también a poder llevarlo adelante con seguridad y dignidad si así se decide. Significa que la maternidad sea siempre fruto de una elección, nunca de una obligación.
En la capital, cientos de mujeres así como personas gestantes se congregaron en la Embajada de Palestina en la localidad de Teusaquillo, y desde allí marcharon hasta la sede del Ministerio de Salud y Protección Social. La manifestación también se solidarizó con la situación que ocurre en la franja de Gaza.
En las movilizaciones también exigieron que el estado tenga un compromiso real con la implementación del fallo de la Corte Constitucional que en pocos meses cumplirá 4 años. Reclamaron que el gobierno regule a las entidades médicas que ejercen violencia obstétrica además de colocar trabas al momento que se solicita un procedimiento de interrupción voluntaria de embarazo.
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Adicionalmente y teniendo en cuenta, el escenario electoral donde se ha puesto en discusión los temas relacionados con la natalidad en Colombia. Reafirmaron el derecho de las personas gestante a la autonomía reproductiva, algo que se ha colocado en gestión por sectores principalmente de derecha que recientemente han utilizado el Congreso para promover ideas que van en contravía a los derechos reconocidos por las Cortes y obtenidos tras décadas de lucha del movimiento feminista.