Cero y van… las oportunidades en las que hemos visto en que el presidente Gustavo Petro y el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, se han enfrascado en una serie de rifirrafes que solamente dejan entrever las enormes brechas de uno y del otro para enfrentar los ataques de un lado y del otro.
Pero más allá de una pelea entre el presidente y el fiscal, aquí quien pierde es el pueblo colombiano, y por supuesto los colombianos. Aquí quien pierde no es Petro ni Barbosa, aquí quien pierde es la institucionalidad del país y la credibilidad de las mismas.
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Pero esto no es de ahora, desde que el presidente Gustavo Petro, incluso desde antes, asumiera como mandatario de los colombianos comenzaron a llegar los ataques por parte del más alto cargo del ente investigador. Incluso luego de las reuniones que sostuvieron en Casa de Nariño.
Pero no todo fue de allá para acá. Pues en muchas ocasiones el mandatario nacional ha utilizado los micrófonos de los medios de comunicación, incluso sus encuentros con las poblaciones para lanzar dardos a Barbosa, y así crear un ambiente todavía más oscuro alrededor de ellos dos.
Petro pareciera que todavía está en campaña presidencial y del otro lado se entendiera que Barbosa inició una carrera política de cara a las próximas elecciones. El caso es que ninguno de los dos ha sabido ocupar su posición y por el contrario salen a ventilar sus problemas como si con eso los fueran a solucionar.
Es un acto de caballeros saber callar y se dice más con la boca callada que sentenciando a los cuatro vientos las opiniones contra el otro, pero lo cierto es que el juego entre estos dos personajes se convierte en polarización, en tergiversar lo que el otro dice y en sacar el pecho a ver cuál de los dos tiene más aire en el pecho.
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Ojalá la Corte asuma su rol y elija rápidamente el reemplazo de Barbosa, así Petro queda con su propio fiscal, como lo hacen todos los presidentes, y de una vez por todas dejamos de estar pendientes de una pelea que deja muy mal para la institucionalidad del país.