La acusación del presidente Gustavo Petro contra el exmandatario Álvaro Uribe se da luego de las declaraciones del segundo.
La acusación del presidente Gustavo Petro contra el exmandatario Álvaro Uribe se da luego de las declaraciones del segundo.
Hace dos años una reunión que parecía imposible se dio. Gustavo Petro y Álvaro Uribe se sentaron en una mesa cuando a penas el mandatario tomaba las riendas del país. Algo que hizo que muchos incrédulos se frotaran los ojos. Un milagro que al parecer comienza a terminar.
Es de recodar que el expresidente Uribe lanzó varios dardos el pasado martes en medio de un conversatorio en la Universidad de la Sabana y luego de los más recientes hechos de violencia por parte del Estado Mayor Central de las Farc en varias regiones, sobre todo en el Cauca.
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El exsenador Uribe dijo que las Fuerzas Militares no pueden quedarse quietas ante el actuar de la guerrilla, ““quiera o no el presidente”. “Lo peor de las Fuerzas Armadas es quedarse quietas por la orden de un Gobierno”, dijo el exmandatario en su momento.
Además, también sacó a relucir que el ELN, el grupo guerrillero en negociaciones con el Gobierno de Petro, apoya la idea de una Asamblea Constituyente, a la que también se ha sumado Iván Márquez, el jefe de la Segunda Marquetalia, la otra disidencia de las Farc, dejando entrever que los proyectos del actual gobierno están respaldados por grupos al margen de la ley.
Ante esto y como es habitual, Petro no se quedó callado y por medio de su cuenta de X, canal favorito de comunicación del presidente, envió un mensaje donde puso un pantallazo de los artículos 467 y 468 del código penal con el siguiente mensaje: “Es delito incitar a derrocar al Gobierno y alzarse en armas contra el orden constitucional”. A renglón seguido subrayó en negro la frase “Incurrirá en prisión de cuatro meses a dos años”.
Ante la respuesta, Uribe, que intervino más tarde en un foro, dijo sentirse amenazado por el actual presidente por llamar a los militares a cumplir su deber, que según él no es otro que el combatir al enemigo.
También, el exsenador lo volvió a comparar con viejos caudillos latinoamericanos con los que Petro ha tratado de marcar distancias: “Esas amenazas de llevar la cárcel a la oposición, como ha hecho Chávez o como ha hecho Ortega”.
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Es de recodar que desde hace un tiempo para acá, Petro está obsesionado con que sufre un golpe blando que le impide gobernar, incluso a lanzado dardos sobre la posibilidad de un levantamiento en su contra, tanto así que ha dicho que es el pueblo el único que puede bajarlo de la presidencia.
Las cosas han vuelto a su sitio, Petro en un bando, Uribe en otro. El presidente quiere agitar su Gobierno, conseguir a toda costa los cambios de raíz que tanto se le dificultan. Considera que en el Estado hay enquistada una tecnocracia que convierte el sistema en un buque casi imposible de virar.
Por su parte, Uribe anda enfrascado en un proceso judicial que lo tiene a punto de sentarse en un banquillo en un caso sobre el que hay abundantes pruebas en su contra, pero quien pensase que iba a morir políticamente en silencio estaba equivocado. En cualquier caso la tregua entre ambos era contranatura.
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