El pasado 9 de diciembre se llevó a cabo un plantón en varias ciudades debido a que se hizo público un nuevo caso de racismo en Boyacá. No es el primer caso, y a pesar de ser un país claramente multiétnico , el racismo es tristemente una constante. Al final el carácter multiétnico suele ser explotado comercialmente y la gente se enorgullece de esto, pero a la hora de la verdad aún no deconstruyen los modelos racistas con que la mayoría de la población fue educada.
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El pasado 9 de diciembre se llevó a cabo un plantón en varias ciudades debido a que se hizo público un nuevo caso de racismo en Boyacá. No es el primer caso, y a pesar de ser un país claramente multiétnico , el racismo es tristemente una constante. Al final el carácter multiétnico suele ser explotado comercialmente y la gente se enorgullece de esto, pero a la hora de la verdad aún no deconstruyen los modelos racistas con que la mayoría de la población fue educada.
Un nuevo caso de racismo
En Paya, Boyacá ocurrió un nuevo caso público de racismo. Se agrega el adjetivo de público, porque el racismo ocurre a diario en Colombia, pero solo en la medida que se hace público genera acciones de condena.
Kerlin Murillo, una docente chocoana había llegado desde su departamento a Boyacá para dictar clases en secundaria. Sus dos hijos fueron matriculados en el mismo colegio donde ella ejerce como docente. Su desplazamiento como el de miles de personas en el país tuvo el mismo origen, la violencia entre grupos armados.
Lo que vislumbraba como una oportunidad de cambio, tristemente se convirtió en un caso más de racismo y violencia sexual contra sus dos hijos. Los dos menores de edad fueron sometidos a vejámenes por ser afrodescendientes e incluso a violencia sexual por el mismo hecho. La docente denunció el hecho que escaló incluso hasta la vicepresidencia, desde donde Francia Márquez condenó la situación y solicitó intervención de las autoridades nacionales y departamentales.
“Orgullo”
Desde la independencia el carácter predominante de la etnica blanca o mestiza ha marcado el poder del país. Aunque hubo un presidente de origen afro en el siglo XIX, no se habló mucho de ello. Y solo 203 años después, una mujer afrodescendiente ejerce la vicepresidencia. Aún así, desde que Francia Márquez se postuló al cargo los insultos racistas no han faltado y existen procesos judiciales relacionados con el tema.
Es así como la población creció con estereotipos relacionadas a otras etnicidades. A los pueblos indígenas los han caracterizado como ladrones, perezosos o con la famosa “malicia indígena”. Aún cuando fueron pueblos de origen blanco los que con “malicia” se llevaron los recursos minerales y explotaron a los pueblos ancestrales. Solo hasta 1991 se les reconoció como ciudadanos y se respetaron sus formas religiosas, políticas y jurídicas. Pero hoy, 31 años después siguen siendo vistos con desprecio.
Con los pueblos afrodescendientes ocurre igual. Estos se ubicaron en zonas alejadas de los centros urbanos debido a que inicialmente huían de la esclavitud. Su libertad solo se dio 11 años después que el país fuera oficialmente independiente. Y para gran parte de la población su papel se limita a su fuerza física que les permite ser idóneos para el trabajo que requiere de fuerza o para el deporte.
La gran ironía es el “orgullo”. Muchas personas se enorgullecen de todo lo relacionado con El Dorado y lo que esto representa a nivel internacional. Así como de construcciones como Buritaca. También de lo que tiene que ver con la música, que claramente tiene un origen africano. El “sabor” latino que musicalmente ha exportado Colombia, es una clara mixtura entre ritmos y saberes africanos e precolombinos más que un aportación blanca. Es algo así como que se canta “Rebelión” de Joe Arroyo, pero en escenarios privados los colombianos son aquellos que le pegan a la “negra”.
Buenas intenciones, pocas acciones
El país ha ido desarrollando distintas leyes en aras de intentar cambiar la situación sobre el racismo en Colombia. Pero como suele suceder, sus buenas intenciones no han logrado materializarse. Además, la sociedad en general tiene un fuerte arraigo a sostener construcciones sociales decimonónicas contrario al hecho de comprender que la no existencia de razas como tal.
La otra cuestión es que en muchos casos, la presencia indígena o afro es a conveniencia. Más allá que realmente se les otorgue un papel importante en roles de poder, solo son instrumentalizados para dar la apariencia de diversidad y vender la idea de inclusión.
También está la situación en que la apropiación cultural funciona perfectamente, por lo cual se apela a las raíces étnicas aunque incluso la representación cultural sea una especie de “white washing” como ocurre en Hollywood. A Carlos Vives por ejemplo se le ha acusado constantemente de esto, en especial con su último trabajo “Cumbiana”.
Se han depositado muchas esperanzas en el actual gobierno con respecto a estas temáticas. En especial por la presencia de la primera vicepresidenta afrodescendiente. Además los temas que tienen que ver igualdad evidentemente incluyen temas étnicos y no solo como el estado trate a los ciudadanos, sino como la ciudadanía empiece a tratarse entre sí.
El problema son los palos en la rueda con respecto a temas de igualdad. Personas que pertenecen a las etnias afectadas, suelen tomar ese rol de Stephen Warren de Django Unchained, e indican que todo está bien y que “ese tal racismo no existe”. Es el caso del representante Miguel Polo Polo que solo apela al racismo cuando algunos de sus opositores lo ejercen sobre él, pero en otras situaciones niega totalmente que este sea un país racista.
Complejo futuro
El estado como tal ha generado medidas que penalizan el racismo. Pero aún como tal la sociedad no ha dado el paso para cesar el racismo. Es algo así como “no seamos racistas públicamente porque podemos ser castigados”, más no porque realmente la ciudadanía haya interiorizado que simplemente tenemos rasgos físicos diferentes, como lo serían entre un blanco con ojos azules y otro con ojos verdes.
La deconstrucción o el desmonte de viejos estereotipos es algo que toma tiempo. Y en especial si estos son sostenidos por contenidos mediáticos. Aparte que cuando se intenta dar cabida a la multietnicidad, las barras bravas de Internet se sienten ofendidas por el cambio. Otra nueva ironía donde no se acepta una “sirenita” afrodescendiente pero si se acepta un pielrroja interpretado por un actor blanco.
Casos como el de Paya, demuestran que incluso las generaciones futuras están sumamente permeadas por ideas racistas. Aparte de la necesidad tristemente muy colombiana de utilizar la violencia como forma de imponer sus ideas erróneas.
Queda en manos del sistema educativo y de la cultura popular el hacer entender a la sociedad colombiana que somos un país construido por manos de distintos orígenes étnicos. Que incluso étnicamente hablando somos una mixtura que involucra tres continentes. Y que la ciencia demostró hace mucho tiempo que todas las personas tenemos un ancestro común que viene de África.
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